jueves, 27 de julio de 2017

Corriendo por las calles del mundo

Corriendo por las calles del mundo
buscaba un poco de paz y de consuelo
un trozo de silencio, una palabra buena.

Cayendo el techo de la noche encima de ellos
con la lluvia fría por puerta al cielo
ni donde aposentar la cabeza en la almohada.

La casa era un infierno de ruido, de palabras groseras,
de humo como natas colgando del techo
y de botellas de alcohol flotando por doquier.

A dónde caminar, a dónde irse,
con una amiga, una visita inoportuna,
mendigar tranquilidad en un cobertizo que no es tuyo.

Las piernas de los tres tiritaban de frío,
un poco la lluvia humedeciendo los tobillos
otro poco el llanto interno goteando por los poros.

Eran más de tres, porque un fiel perro corría
con alegría, ladrando y jugueteando, al lado
de ellos. Espejo de alegría, esperanza perdida.

Por fin, las once de la noche, los cuerpos cansados
y el peso de las obligaciones diarias que había
que hacer cumplir a la mañana.

Entrar, husmear el quicio, asomarse con miedo
de que la ira o el escupitajo brutal fueran respuesta,
ojos cansados. No se oye ruido. Las puertas del infierno
se han callado.


Alfonso Franco Tiscareño
https://www.diariodequeretaro.com.mx/barroco/corriendo-por-las-calles-del-mundo/

  Barbie ¿feminista?    II/ II El monólogo de la señora Gloria prosigue diciendo: “ Es literalmente imposible ser mujer. Eres muy hermosa y ...