viernes, 27 de julio de 2018

Alí Chumacero, el amor infinito por los libros. En el centenario del nacimiento del poeta

Alí Chumacero, el amor infinito por los libros. En el centenario del nacimiento del poeta
                  Cuando aún no había flores en las sendas porque las sendas no eran ni las flores estaban; cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas, ya éramos tú y yo
      
                          Fragmento de Poema de amorosa raíz



No hay muchos amantes apasionados de los libros, no al grado de Alí Chumacero. Aunque esto es relativo, sí hay mucha gente que lee, pero uno desearía que hubiera más, pero, aquí también, se oculta una certeza: ser un gran lector no significa necesariamente ser mejor persona. Afortunadamente, esta verdad no forma parte de la historia de Alí Chumacero, quien sí era un gran lector, y sí era una gran persona. Un hombre que explícitamente amó los libros y se entregó con todo a ellos. Pero, ¿por qué amó tanto los libros Chumacero? ¿Qué significaban para él? ¿Cuál era su importancia? Pues porque los libros son vida, están vivos, vienen de la vida concreta y vuelven a ella. Ya Aldous Huxley lo experimentó y lo narró en Las puertas de la percepción(The doors of perception), en donde bajo el influjo de la mescalina pudo percibir como cada libro de su librero vibraba con diferente color e intensidad: estaban vivos. No son objetos inertes para unos cuantos iniciados, sino que para quien penetra en su secreto, se abre el enorme espacio de la sabiduría, la alegría, la diversión, el conocimiento, la plenitud intelectual, la emoción, el encuentro, lo insospechado, la magia, el misterio. Para eso se poseen, se comparten y se publican libros, porque son el devenir mismo de la vida, son todas las compuertas posibles, son el Aleph borgiano, la biblioteca de Babel.

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