miércoles, 9 de diciembre de 2020

Clarice Lispector, 100 años

 Clarice Lispector, cien años.

Una mujer sensible, que observa, que recuerda, que mira desde la inteligencia, una mujer que escribe, que no deja escapar nada, que documenta para indagar y entender la vida. Una mujer que bucea en su infancia para encontrar los tesoros que vivió. El pasado se vuelve presente y alimenta el futuro. No es exagerado señalar que se trata de tesoros, de joyas. 

Clarice Lispector dejó constancia en su textos de ser consciente de que los sucesos, las aventuras, no se repiten de la misma manera nunca más, de que cada momento es único, irrepetible. Lo señala no sin cierta melancolía y tristeza. 

La familia es una  veta inagotable en la que Lispector abreva y abreva constantemente, y donde casi siempre encuentra motivos de alegría y enriquecimiento. Alegría que tanto necesitaba para restañar las penas tan dolorosas de su origen y su pasado. Sus textos reflejan su intenso mundo emocional, su pasión por la vida. Se apropia del mundo, de las cosas, las hace suyas para revertirlas transformadas, iluminadas, para su lectores. La suya es una literatura para despertar, para abrir los ojos a lo cotidiano, para que nos demos cuenta de que hemos vivido momentos felices y podemos más. Es una escritura vitalista.

Los relatos que conforman el libro Aprendiendo a vivir, editado por Siruela, nos revelan a una Clarice Lispector que redescubre el mundo en cada texto. Vaya este pequeño apunte para celebrar a la enorme escritora brasileña por el centenario de su nacimiento en este 2020. 

Al día siguiente de llegar al mundo la familia de Clarice tuvo que huir de su ciudad natal en Chetchelnik, Ucrania, debido a las persecuciones contra los judíos instauradas por el Imperio ruso. Primero huyeron hacia lo que ahora es Moldavia y Rumanía, y luego hacia Brasil, donde Chaya pasó a llamarse Clarice. Como en todo proceso dialéctico ese intenso aprecio por lo cotidiano, por la vida, que aparece en la literatura de Lispector, provenía del enorme sufrimiento que desde niña padeció por la enfermedad de su madre, entre otras desgracias. La señora Mania Krimgol, madre de Clarice, había sufrido mucho, fue violada por unos soldados rusos y contagiada de sífilis. Por aquellos lugares se creía que una mujer contagiada de este terrible mal podría aliviarse si se embarazaba, y así fue como Mania decidió concebir lo que dio como resultado que naciera Chaya (Clarice). La madre no se alivió de la sífilis, pero la niña siguió creyendo que portándose bien ayudaría a que su mamá se aliviara. No fue así, y Clarice quedó marcada con un sentimiento de culpa por no haber podido ayudar a la recuperación de su madre.

Escritora de estilo inclasificable, aunque algunos la ubican en la tercera fase del modernismo, Clarice padeció desde su infancia la violencia racista que desde siempre ha azotado al mundo. Su abuelo fue asesinado durante los pogromos (matanzas de judíos), su madre fue violada y su padre tuvo que huir de su país de origen para convertirse en un exiliado.Aunque ella misma ha declarado que no escribía para agradar a nadie, esto es de dudarse. Quizá no para agradar, pero sí hay un afán de compartir sus hallazgos llevados al papel, y en ese sentido un deseo de ser leída, y por ende, de agradar. “Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida”, señaló en su último libro Un soplo de vida.

Mujer de pocas palabras no era dada a entrevistas.  Se le ha clasificado como una escritora mística y hermética, a la que es necesario leer más de una vez para irla comprendiendo.

Que odiara las entrevistas y escribiera algunas de las novelas más cercanas a la poesía (y por tanto a la filosofía) del siglo XX no significa que no buscara otros modos de crear puentes de comunicación con sus lectores.” 

Clarice ha dicho que el apellido Lispector quizá quiera decir “flor de lis en el pecho”. Ella es una hermosa flor de la literatura, pétalos  en cada palabra. La flor de lis “simboliza el árbol de la vida, la perfección, la luz, la resurrección y la gracia del dios que ilumina”. La obra literaria de Lispector puede relacionarse con estos atributos. Su trabajo ha ido valorándose cada día más con el paso del tiempo, un trabajo que literariamente busca la perfección, aporta luz a la vida cotidiana, permite la resurrección del alma al encontrar los recuerdos que hacen volver a florecer la vida. Y aunque la literatura difícilmente puede cambiar el rumbo de la vida, “La gente está queriendo florecer de un modo u otro”, dice la escritora. 

Qué es una flor, sino sol encarnado. Heráclito, Demócrito y otros filósofos tenían razón, todo está formado a partir de los elementos fundamentales: el fuego, el aire, el agua, la tierra, y el éter. Qué es una flor sino la combinación exacta de estos elementos fundacionales. Lispector es una flor nacida en el terreno a veces árido de la vida, ella es poesía convertida en prosa, y es prosa perfumada de poesía. Clarice Lispector es la flor de lis de los alquimistas, la que sólo merecen los creadores, los que han llegado a rozar siquiera la piedra filosofal. Es la flor de lis atípica que crece en la ladera o en el risco más empinado de la montaña. Es la flor de lis que crece en las fracturas de la banqueta entre las calles de la vida, es la flor que no es tan fácilmente accesible sino para aquellos que están dispuestos a pagar el precio de la calma y la pasión conjugadas a un tiempo. Es la flor inclasificable en género y especie. Es la esencia del perfume llamado vida, con todas sus contradicciones. Es la flor que huye protegida bajo el manto de la noche más siniestra ensangrentada por las matanzas de los pogromos contra los judíos. Es la flor de lis que escribe para dejar a la vista de todos que la intolerancia y el racismo jamás podrán contra la poesía. Es la luz de la sacerdotisa del tarot, el lado femenino del árbol de la vida cabalístico gritando a los cuatro vientos que no hay vida posible sin las mujeres. Sus letras son los pétalos de la flor que germina y crece protegida por la noche oscura, que lo mismo engendra poetas que monstruos.

 

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

2 de diciembre del 2020


https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/clarice-lispector-100-anos-6113613.html


 

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