lunes, 23 de diciembre de 2019

Qué le debo a Gibrán Jalil Gibrán
                                                   para mí Kaixito …

Le debo la hermosura, la amabilidad
de darle un poco de paz a mi alma
en medio del desbarranco y desconsuelo.

Le debo un  libro acariciándome
con sus palabras en una noche siniestra,
a mi diestra, sentado en la nada.

Estoy en deuda por su compañía
arrancando hojas de su propia vida
para que lloren a gusto los bastardos.

Por convertir la incertidumbre en perdón
por llevarme a caminar de la mano de Cristo
por darme de beber en el pozo del loco.

¿Y de la incitación a las palabras, qué me dices?
Del soplo de espiritualidad alimentando
la pasajera carne humana.

¿Y del llanto, de la risa, de saberse falibles?
Un jinete  en la noche a contra luz
corriendo en la arena todavía caliente.

Un sol rojo como yema de huevo
primigenio, viajando sin rumbo
entre el gran silencio de las esferas musicales.

Un ancestral beduino cabalgando
regando luz
salvando vidas.






Alfonso Franco Tiscareño 
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

miércoles, 18 de diciembre de 2019

El Lucero

De mi lanza colgué un pendón
para cabalgar por la llanura,
sin rumbo fijo, al filo de las montañas
o por la cima de las cordilleras.

Amé el viento como a pocos entes
en la Tierra, y mi bandera 
se agitó cantando sordamente
aunque con suave brisa.

Mi caballo parecía tener alas
en los tobillos y alegre
bailaba en las planicies, 
éramos un par de locos.

En oasis nos detuvimos a beber
la luna en el cenit, las estrellas colgando
del techo celestial.
Una rana cantó junto a nosotros.

Busqué el tesoro y lo encontré,
tuve que caminar muy lejos
para saber que el reino
era yo mismo.

Desmonté mi caballo, le di pastura,
lo abracé y  desmentí mis certezas, 
miré el lucero que guiaba mi camino
y lo bendije.








Alfonso Franco Tiscareño 
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro.
11 de diciembre del 2019

miércoles, 10 de abril de 2019

Mick Jagger

Mick Jagger

Es mi tiempo corriendo en el espacio sideral,
es el único que tengo
y miro cómo pasa.

La maravilla que es la vida,
su graciosa majestad
se va formando y desvaneciendo.

Nunca abandones a tus amigos
no te engañes con el éxito,
esto es vanidad de vanidades.

Como animales salvajes
corriendo en el camino,
existen o no  existen.

Son luz y oscuridad
son materia y vacío,
exactamente como los sueños.

Lo más profundo de los sueños,
ahí donde habita la nada
abrazada a los arquetipos.

Unos labios cantan en la noche
de cara al infinito,
mirando las estrellas.

Podrías estar en el cielo,
en el infierno
o arrullando a un bebé.

Pero esa boca carnosa
canta una canción melancólica,
como un lamento.

Clama por un final,
seduce por un principio
al que llaman vida.


Abrazados a un árbol
pintamos nuestros nombres
mientras un coyote nos olfatea.

Todo esto se llama existencia
y pasa, siempre pasa,
no hay pausa posible.

Carpe diem, disfruta tu día,
dame tu mano y hagamos
crujir las hojas secas del camino.

Nadie sabe hasta cuándo
podrá seguir cantando,
pero me hiciste pasar muy buenas noches.

Me deslumbro al mirar
que caminamos por el cosmos
a la orilla de la Vía Láctea.

El sonido del silencio
nos fondea. Nuestros párpados
aplauden sembrando flores de té.

Mírame fijamente,
latimos al unísono,
lo sabes, lo sabemos.











Para Vitral , en Barroco. Diario de Querétaro
Alfonso Franco Tiscareño
4 abril 2019
https://escritosdeaft.blogspot.com

sábado, 23 de marzo de 2019

Green Book, ¿justificación del racismo? II

 …hay que tener coraje para cambiar el corazón de la gente”.

 Lo que sí resulta repugnante es que a principios del siglo XXI todavía se sigan presentando episodios de racismo en el mundo entero. En México lo acabamos de ver con respecto a Yalitza Aparicio, actriz de la película Roma. En Estados Unidos el racismo sigue vigente, afortunadamente ya no existe la segregación, pero aún podemos enterarnos por medio de la prensa de ataques, persecuciones, e incluso asesinatos de corte racista. El poder de transformación de una película no llega a tanto como para promover o evitar este mal, pero una cinta sí es un espejo, un termómetro, del ambiente cultural y de lo que hay respecto a alguna temática. Green Book nos muestra que el tema sigue tristemente vigente. El film denuncia la situación existente a principios de los años sesentas del siglo pasado en USA, y nos deja ver, de manera magistral, un episodio que además fue real: la amistad entre un pianista negro y un italiano que está a su servicio como chofer. A través de una serie de acciones cotidianas como comer, ir al baño, conversar, ambos individuos se van conociendo y dando cuenta de que independientemente del color de piel de cada uno, son tan seres humanos uno como el otro, exactamente iguales y distintos. Seres humanos. Por ningún lado, analizando estrictamente el discurso de la película, encontramos un solo hecho en donde se justifique la discriminación racial o se le intente hacer pasar como normal. Al contrario, en cuanto comienzan la gira musical de Don Shirley las contradicciones empiezan a surgir con fuerza. Paradójicamente, esto va acercando más a los dos hombres. Tony Vallelonga va conociendo, comprendiendo y apreciando poco a poco el gran arte del Dr. Shirley, y atestigua cómo es discriminado sin importar su nivel artístico. El Dr. Shirley es un pianista de enorme nivel, dueño de un currículum de gran valía, pero no tiene derecho a utilizar los baños ni los comedores de las casas y auditorios a los que va a tocar. No hay normalización del racismo, al contrario, la película es cruda al respecto. Sólo el valor supremo de la amistad, logra retar y superar los prejuicios. Para colmo, la división y exclusión existe hasta entre los mismos blancos. Cuando en el transcurso de su gira pasan por Louisville, Kentucky, el Dr. Shirley decide ir a tomar una copa a un bar cercano al hotel donde se hospedan, un lugar exclusivamente for colored only. El pianista se pasa de copas y es agredido por unos hombres blancos que lo golpean. Uno de los músicos que tocan con él avisa a Tony, y éste corre en su auxilio. Cuando llega al bar amenaza con desenfundar una pistola que trae metida en la espalda y con esto amedrenta a los hombres. El cantinero y dueño del bar saca un rifle y les dice a todos que no permitirá que suceda ningún problema ahí. Los hombres blancos aceptan soltar al Dr. Shirley, mientras, con el rifle entre las manos, el cantinero dice que no quiere yanquis en su propiedad. Recordemos que la palabra yanki hace una clara alusión a las heridas que aún no cierran por la guerra de secesión. Otro momento importante es cuando caen a la cárcel porque Tony golpea a un policía, que había detenido el auto para revisión. El policía pregunta y pregunta y después de no creer que sea el chofer del Dr. Shirley, lo insulta. Ya en la cárcel, el Dr. exige su derecho a realizar una llamada telefónica, llama e inmediatamente son liberados. Sucede que a quien habló, era nada menor que el Fiscal General de los Estados Unidos, Robert Kennedy, a quien Shirley conocía, y que al saber del acto racista propiciado por los policías ordenó la inmediata excarcelación de los detenidos. Un guiño de la película a la política del partido demócrata. El Dr. Shirley da gracias a los Kennedy, por intentar cambiar al país, según lo reconoce. Hay que recordar que uno de los logros más importantes de Robert Kennedy fue su contribución al Movimiento Afro-Estadounidense por los Derechos Civiles. A través de sus diferentes peripecias el Dr. Shirley y Tony Vallelonga nos muestran que la fineza, la rudeza, la educación y la vulgaridad, las puede poseer como cualidad o defecto cualquiera persona, que no son características propias exclusivas de una raza o grupo social. El diseño de estos personajes no es plano, ambos tienen contradicciones profundas, que los retratan en una variada gama de grises, y no sólo en blanco o negro. A veces, los enfrentamientos entre el ítaloestadounidense y el afroamericano son muy fuertes, como en la escena en donde ya habiendo librado la cárcel van por la carretera en medio de una lluvia torrencial. Tony, el chofer, le da a entender al pianista que no es muy congruente con la gente de su raza. El Dr. Shirley entra en crisis, pide detener el auto y se baja decidido a irse a pie. Tony también se baja, lo alcanza y el Dr., llorando y gritando, le dice a Tony que él ha quedado en medio de los dos bandos, en donde un hombre negro “no es lo suficientemente blanco, ni -tampoco- lo suficientemente negro”, entonces pregunta con desesperación, tristeza y amargura: “¿qué soy?”. Tremenda escena, duelo de actuación que permite constatar porqué fueron nominados al Oscar y porqué Mahershala Alí se ha hecho acreedor a otros premios, pero que además permite asegurar que no hay tal defensa, cobertura o enmascaramiento del racismo en la película. Lo que muestra es el dolor, la desesperación, de siglos de discriminación, segregación y explotación que no se transforman de un día para otro. Sólo el contacto, las vivencias, el constatar y confrontar la posición de uno y otro, va logrando que entre estos dos hombres el monstruo inasible de la discriminación racial vaya cediendo terreno a una amistad entre un descendiente de emigrados italianos, y un descendiente de esclavos negros. Algunos críticos quisieran ver en la cinta una rebelión organizada por afroamericanos para luchar contra el racismo, pero los hechos narrados fueron así, y es como se decidió contarlos. Muchos quisieran ver un Malcom X en el Dr. Shirley, y lo que encontramos es un Martin Luther King. El filme apuesta por el cambio pacifico, no violento. Luchar por sus derechos, pero con la razón. No en vano el pianista señala en un momento álgido que: “Jamás ganarás con violencia. Sólo ganas cuando mantienes tu dignidad.” El texto está calibradamente bien escrito, por eso se llevó el Oscar al mejor guion original. Tiene elementos muy significativos respecto a diversos temas. Por ejemplo, el personaje de Dolores (Linda Cardellini), esposa de Toni “Lip” Vallelonga es la clásica madre italiana con gran poder en medio de una sociedad tan machista. Es ella a quien el Dr. Shirley tiene que convencer para que Vallelonga acepte el trabajo. También es Dolores la que le pide a Tony que a través de su viaje le escriba cartas, y aunque éste al principio se niega, Dolores comienza a recibir las rudas y desangeladas cartas descriptivas de parte de Tony. El Dr. Shirley se da cuenta de lo descuidado que están las misivas, y se toma el trabajo de dictar a Tony cartas inspiradas, poéticas y correctamente escritas, que causan gran emoción a Dolores. Cuando ellos regresan de su travesía ella le reconoce al Dr., el haber redactado esas cartas tan emotivas. Siempre estuvo consciente que eran dictadas por él. El soundtrack de la película es buenísimo, artistas de la talla de Aretha Franklin, Chubby Checker, Little Richard y Sonny “Boy” Williamson desfilan en la radio del auto. Piezas clásicas como Tired of hanging aroud, Pretty ‘Lil thing, A letter from my baby, ambientan en la época y nos conducen a profundizar empáticamente con cada situación. El momento más libre y placentero para Tony y el Dr. es cuando abandonan el último concierto porque no quisieron servir de comer a Shirley en el comedor principal. Se van y luego entran a un bar de negros en donde invitan a Shirley a pasar al piano para mostrar sus habilidades. La gente se pone a bailar en una extraña conjunción de rock and roll, blues y soul. La negritud y la alegría pura de la música, sin la presencia del racismo, se conjugan. Ese es el verdadero Shirley, un hombre abierto, sereno, libre de prejuicios. En la noche de Navidad Tony está muerto de cansancio, no puede manejar más, falta mucho y ya no llegarán. En un remate perfecto de la idea principal de la película, Don Shirley lo releva , se convierte en el chofer de Tony para que llegue a tiempo a celebrar en familia la Navidad. El abrazo que sella el encuentro entre ambos en la cena lo dice todo, han triunfado la tolerancia, la integración y la amistad. 

Alfonso Franco Tiscareño
 Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 14 de marzo del 2019 

Green Book, ¿justificación del racismo? I 

You never win with violence”, Don Shirley

Cada quien habla de la feria según le va. Cada uno ve las cosas de acuerdo a perspectivas diferentes, según su contexto, origen, clase social y cultura. Dicen que todo se ve según el cristal con que se mire. Varios críticos han señalado que la ganadora del Oscar 2019 a la mejor película y al mejor guion original, Green Book, es una justificación del racismo, para otros, al contrario, es una crítica y es la demostración de que esa nefasta condición se puede superar. La cinta está basada en una historia de la vida real. Los personajes más importantes son: el Doctor Don Shirley, pianista de color interpretado magistralmente por el actor Mahershala Ali, y el saca borrachos y posteriormente guardaespaldas y chofer del Dr., Tony Vallelonga, interpretado por Viggo Mortensen. La cinta está dirigida por Peter Farrelly, con un guion escrito por el hijo del verdadero Tony Vallelonga. La relación entre los personajes principales se da en el contexto del sur de Estados Unidos en 1962. El sur es conocido por su acendrado racismo, incluso hasta la fecha, y por aquellos tiempos aún más. No hay que olvidar que son las épocas en que las luchas eran muy violentas, y la represión por parte de las fuerzas policiacas era muchas veces criminal. Luther King, Angela Davis, Malcom X, el black power eran parte de las diversas expresiones del pueblo afroamericano por alcanzar el fin del racismo y el disfrute de sus plenos derechos humanos, jurídicos y políticos dentro de la sociedad estadounidense. ¿Acaso se cree que a un actor como Mahershala Ali se le va a engañar como a un niño al que se le da un caramelo? A un hombre que consciente de sus actos se ha cambiado de nombre para adquirir uno acorde a sus creencias como musulmán, no se le engatusa tan fácilmente como para enrolarlo en una película que justifique la discriminación contra los afroamericanos. El actor, citado por el periódico La Vanguardia, declaró lo siguiente en 2017: “Tenemos que estar despiertos en esta época, tenemos que ser muy conscientes de la dirección a la que se dirige el mundo (...). Todos somos igualmente humanos, nadie es más importante que nadie, y creo que el arte sirve para recordarnos esto”. Si alguien hubiera querido engañar a Mahershala para envolverlo en un proyecto racista disfrazado de comedia, él hubiera sido el primero en darse cuenta y rechazarlo desde la lectura del guion, y no fue así. El título del film hace referencia a una guía turística elaborada por Víctor Hugo Green, cuyo título The Negro Motorist Green Book, señalaba los sitios, hoteles, bares en los que la gente de color podía estar segura. Una forma de apartheid, de segregación. La historia básica trata de un italoestadounidense, mesero y sacaborrachos del antro llamado Copacabana que al verse sin empleo es contratado como chofer y guardaespaldas de un pianista afroamericano con el que hará una gira por todo el sur de los Estados Unidos. El viaje será de dos meses, y la temporada terminará justamente un día antes de Navidad. Aquí el punto es que varios críticos señalan que la cinta es una mera justificación del racismo, un enmascaramiento, una normalización. No compartimos esta opinión y diremos porqué. Claro que se vale cuestionar la realidad, evaluarla, analizarla, pero el tema del que trata la película se refiere a hechos que ya sucedieron, y no podemos pretender que sean como nosotros hubiéramos querido que fueran. Verdad de perogrullo: los hechos son como son. La realidad no puede tomarse y adaptarse a las conveniencias políticas, ideológicas y culturales de cada quien. Y aunque el que narra un suceso lo recorta, idealiza o parcializa, en términos generales, el escritor de este guion, hijo en la realidad del personaje Tony Vallelonga, se atuvo a hechos que fueron realidad. Al principio de la película el personaje llamado Tony Vallelonga sí es un tanto racista, de hecho cuando dos trabajadores de color van a su casa a realizar una compostura, él ve cómo su esposa les sirve dos vasos con agua para que se refresquen. Después de que ellos se retiran, Vallelonga entra a la cocina y tira a la basura los vasos en donde bebieron los trabajadores. Luego, cuando la esposa -que tiene un papel clave en la película-, se da cuenta de que los vasos están en la basura los levanta y reintegra a sus trastes. Tony Lip (Vallelonga), es un tipo que se queda sin trabajo por composturas que deben hacer en el antro en donde trabaja, y por esas vueltas que da el destino le ofrecen un trabajo como chofer de un pianista negro. Al principio, se resiste, sobre todo cuando el pianista, llamado Don Shirley, le comenta que además de chofer tendrá que ser su asistente personal, planchar y bolear sus zapatos. El italiano se despide diciendo: “buena suerte, doctor”. O sea, ay nos vemos. Sin embargo, el Dr. Shirley insiste en contratarlo debido a los informes que tiene sobre las habilidades probadas de Vallelonga. Hay críticos que señalan que el film aborda las tensiones raciales desde el punto de vista blanco, que la película viene a explicarle a los negros lo que es el racismo, que es una justificación. Cierto, el guion está escrito por un descendiente de italianos, pero de ninguna forma reduce la cuestión a un mero asunto personal. Al contrario, lo que se presenta en la cinta es una caso en donde a partir de una relación, en principio de trabajo, se llega a cuestionar el contexto del tremendo segregacionismo existente en la zona sur de los Estados Unidos en los años 60’s del siglo pasado. Los personajes enfrentan situaciones que van forjando una amistad que se va cultivando, que crece en medio de los problemas y vicisitudes de la gira musical. Una amistad entre un blanco emigrado descendiente de italianos y un hombre afroamericano descendientes de esclavos que aún sufre las consecuencias del racismo en cada lugar al que van. O, a poco un hombre con la trayectoria de Viggo Mortensen, curtido en tantas batallas y que se ha generado un nombre a pulso a base de trabajo inteligente y profesional, iba a jugarse su prestigio en una película de corte racista. Analícelo el público. En una entrevista Viggo señala: “… es una historia con ecos de Preston Sturges, de Frank Capra o, ya que estamos aquí, de Berlanga: divertida, para un gran público y al tiempo con un importante mensaje social. Y al final, lo que queda es eso.” Mortensen reconoce la influencia de directores que estuvieron comprometidos políticamente con ideas de avanzada. En otra entrevista agrega Mortensen: “Pero nunca leí un guion que fuera tan sólido, tan entretenido, con una estructura tan clara y diálogos tan brillantes. Es un relato profundo que me hizo pensar sobre nuestra historia como país y sobre dónde estamos ahora. Uno de los puntos fuertes de la película es que no te ­dice cómo tienes que sentir o pensar; es simplemente una gran historia sobre dos personas que existieron y que te hace salir del cine sintiéndote de una manera diferente a cuando entraste. Eso es clave” Insistimos, cada quien evalúa lo que ve de acuerdo a su parámetro cultural, ideológico y político. Desde nuestra óptica este trabajo es un canto a la amistad que deja atrás problemas de raza, incluso de condición social, pero no de una forma idílica. No pretende ocultar nada, simplemente plantea una situación que se dio de esa manera, y que en los hechos permitió engendrar una profunda y verdadera amistad entre un blanco y un afroamericano, amistad que duró mientras vivieron. Si se mira bien, la película incluso es una crítica severa en el mero corazón de una sociedad profundamente racista como es la parte sureña de los Estados Unidos. Invita a reflexionar para que nos demos cuenta de que finalmente todos somos seres humanos independientemente del color de piel que se tenga, y aunque parezca un lugar común todos tenemos un corazón del mismo color. El mismo título lo dice todo Green Book: una amistad sin fronteras. Ahora bien, supongamos que Mahershala y Mortensen, por alguna extraña razón hipotética, hubieran tratado de ocultar sus verdaderos fines trabajando es una película que enmascara el racismo. En ese caso, tenemos que irnos a los hechos concretos planteados en el film. ¿Quién puede demostrar que en esta obra hay una sola escena que justifique la segregación ? Al contrario, en la cinta hay varias escenas clave en donde se ve que la marginación es cuestionada. Citemos algunas. (Continúa). 

Alfonso Franco Tiscareño
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 
7 de marzo del 2019 

  Barbie ¿feminista?    II/ II El monólogo de la señora Gloria prosigue diciendo: “ Es literalmente imposible ser mujer. Eres muy hermosa y ...