jueves, 11 de noviembre de 2021


Norady y Santé      II

Un gato paseaba por el filo  de la barda frente a la casa de Norady. Era una vecindad pequeña de sólo seis casas en las que habitaban otras tantas familias. Uno de los departamentos fue desocupado y a las pocas semanas llegaron a habitarlo Santé y su familia. El lugar era muy pequeño, y la mamá de Santé empezó a comentar con los vecinos lo incómoda que se sentía ahí, ya que ella venía de un departamento bastante grande, el cual tuvo que desocupar porque, aparte de que se lo pidieron, era muy frío y oscuro, y le había ocasionado una enfermedad en el pecho.

A Santé le resultó muy desagradable cambiarse a ese lugar, a ese rumbo. No conocía a nadie, dejaba lejos a sus amigos, pero todo era por procurar el bienestar de su madre. Por eso,  aunque a regañadientes,  aceptó mudarse a esa casa que era una auténtica ratonera. Las primeras noches no podía ni dormir debido a que a menos de cincuenta metros pasaba el tranvía, y el sonido  de las llantas metálicas sobre la vía, parecía originarse adentro de su casa.

El único medio para seguir ligado a su lugar de origen, a su antiguo y amado barrio, al que lo vio crecer desde pollito, era su bici. Le era a Santé lo que el caballo al cowboy. Era su corcel. De llantas anchas, freno de pedal, asiento de banana. Siempre tenía que estar en buenas condiciones, había que cuidarla de ponchaduras y banquetazos.  Así que periódicamente la arreglaba de una u otra cosa. Trabajaba en el patio de la vecindad, a pleno sol. Durante las primeras semanas aquel patio tan sólo funcionó  como pista de aterrizaje para caer al nido, dormir, comer, escuchar música y dejarse atender por la mamá y la hermana. Su casa era como un útero, siempre un retorno seguro, cálido. Cuando llegaba, la luz era puesta a medias con esos interruptores de moda entre los clasemedieros. Aquello era de veras un regazo apetecible. Al otro día, temprano, despegaba para ir a la prepa cinco, su muy amada prepa cinco. Regresaba a la una, comía y despegaba en su birula a su antiguo barrio. Así fueron los primeros tres meses de su llegada a la vecindad.

Al paso del tiempo, ya más reposado, Santé salía al patio. Habiendo cruzado unos cuantos buenos días, buenas tardes, con sus vecinos,  tomó la suficiente confianza.  Los saludos siempre iban acompañados por  la sinfonía en motor mayor, claxon 438, música de fondo a la que los inquilinos ya estaban  acostumbrados. Sabían que al abrir el zaguán los desbordaría un torrente de humo y ruido; el anuncio del parto de los Ejes viales que pronto modernizarían a la ciudad. Y aunque tan sólo se había desplazado una colonia, a él le parecía casi haberse cambiado de país. A China.

                                                                        *

El gato, dueño de la barda, volvió a hacer su aparición, bordeando ahora por un flanco de la escalera que conducía a la azotea. Santé estaba tendido a la mitad del patio en medio de llaves, tuercas, balines de la masa,  llantas, la cadena, en fin, con la bicicleta totalmente desarmada. Mientras trabajaba Santé pensaba: “Muchos han de amar su bicicleta como yo a la mía. Es mi caballo alado para recorrer las calles. Nunca he ido demasiado lejos, pero un buen cacho de la ciudad sí que lo he recorrido. Y qué tal esos días en que con mi hermano y amigos nos internamos en el misterio de la oscuridad nocturna para respirar el aire fresco, el poco tráfico, el silencio, y la belleza de la noche. Regresamos a casa hasta las 0.30 o una de la mañana, un tanto cansados, para reposar en la seguridad de nuestras casas. Ah, mi amada bicicleta, qué buenas aventuras he vivido contigo”. 

Viéndolo bien, el patio no era tan repugnante. Lo rodeaban muchas plantas y flores distintas: dalias, azucenas, primorosas, diente de león, huele de noche y otras más.  Las casa estaban dispuestas alrededor de un patio cuadrado, unas enfrente de otras. 

Norady estaba lavando trastes en la cocina y desde ahí veía al gato y su andanzas.  Al regresar la vista a sus quehaceres la mirada de Norady y Santé se encontraron por primera vez. Ella era una niña de dieciséis años, hermosa y nueva como una flor a punto de abrirse. Su cuerpo estaba ya desarrollado, sus piernas se erguían musculosas y torneadas. Destilaba ya una sensualidad animal. Los instintos de ambos despertaron y con ello su                                                                                               historia. En aquel encuentro de miradas no se adivinaba nada, porque nadie sabe exactamente qué pasará mañana.

Los encuentros y las miradas mutuas eran más frecuentes, poco a poco derivaron en coqueteos que subían y bajaban como las olas. Santé comenzó a fijarse en ella más detenidamente. Ver el cuerpo ligero y la sensualidad de Norady le hacía sentir que todos sus sentidos se alteraban. Sentimientos arrebatadores que sólo podían terminar en un encuentro demoledor de lujuria. Todo en un  abigarrado y confuso paisaje mental que él no comprendía ni le interesaba entender. Esa fuerza desconocida, que empezó a crecerle, llenaba  su vacío.

A sus 17 años Santé no había amado ni tenido una novia de esas que llamaban formales. No sabía lo que era tener una mujer entre los brazos y  besarla. Y si alguna vez había besado, no fue como él quería y se imaginaba. Aquellos besos tuvieron para él un sabor raro, como la electricidad  que se siente al colocarse una pila cuadrada en la boca.

Norady a los 16 años tampoco había tenido grandes experiencias. Era una adolescente que comenzaba a ser mujer. Era fresca y lozana.

En una de sus escapadas fuera del útero, haciendo relinchar su bicicleta, se encontró a Norady  en la puerta de salida a la calle. La mirada se convirtió en palabra

-¡Hola!¿me das permiso de pasar?, dijo nerviosamente Santé.

-¡Hola! -respondió ella-, adelante.

Sólo fue eso, nada más . De toda la gama de tonalidades de voz, la de Norady le pareció exquisita. Era dulce, suave, con un tempo muy tranquilo. Partieron de ahí, pero ese lugar lo sintieron como algo muy especial desde entonces, como si tuviera una vibración particular que ellos con su encuentro había formado. Ella tropezó con una cubeta que estaba bajo la toma de agua. Él se enredó y estuvo a punto de caer hacia la calle, luego partió intentando hacer piruetas en la bici.

 

 

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

22 de septiembre del 2021


https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/norady-y-sante-ii-7271465.html


 

 

 

 

 

jueves, 14 de octubre de 2021

 



Tú eres yo, yo soy tú

(In lak'ech, Hala ken)

 

 

En el insondable azul del cielo

donde pierde el mar su dimensión 

pinté en el horizonte un arcoiris 

perecido a una aurora boreal.

 

Busqué tu rostro en una estrella 

y nada más la soledad quedó

como una suave melodía

entonces tu voz apareció.

 

Yo habito tras de las montañas

y me levanto cuando sale el sol

mi nombre viene del espíritu 

alumbro pues de Sirio soy.

 

Te quiero y soy también tu nombre

juntos perfumamos la flor

en el desierto somos cactus

y los colores son nuestra expresión.

 

Ven dame un beso y caminemos

dame tu mano siempre así

que iluminen tu ojos el sendero

que lata ardiente nuestro corazón.

 

Tu aliento y mi aliento viento son

la guerra no perdona vidas

pero resucitemos al amor

insisto, resucitemos al amor.

 

 

 

 

 

 

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

25 de agosto del 2021

https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com

 


https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/tu-eres-yo-yo-soy-tu-in-lakech-hala-ken-7155064.html

martes, 12 de octubre de 2021

 




Carta a Julio C.

                                       Cuando la soga aprieta / Es la hora y se pregunta qué es lo que soy/

                            Un nombre una dirección / Una cartilla, un buzón, Un número de expediente.

                           Jaime López, Roberto González. La soga

Qué poder siguen teniendo las cartas escritas en papel, aún en estos tiempos aciagos de hipercomunicación, rapidez, y banalidad. Y eso me sorprende, Julio, por eso, hace poco te escribí una carta para celebrar nuestra amistad. Es cierto, ya casi nadie manda cartas por el correo tradicional, ahora todo es rápido y con el número de caracteres determinado quién sabe por quién carajo que se atribuyó esa dimensión proteica, divina. Pero bueno, a mí me nació tomar papel y pluma y escribirte una a la vieja usanza, y para mi suerte, hasta el papel era viejo y corrugado. Así que comencé:

 

                               Si usted siente internamente que no es nada/ Yo le sugiero que se embarre

                                        esta pomada/ Se sentirá un nuevo ser que limpio nace/ Rompiendo las

                           ataduras de su clase/ Compre, tenga, mire, venga/ Satisfaga sus deseos de ser

                           quien/ En la vida siempre todo le sale muy bien.

                         Roberto González, Satisfaga sus deseos.

“Hola, querido Julio, te escribo esta carta para decirte que te quiero y que pienso mucho en ti, en tu hijos. De hecho, seguido pido  por ustedes, por tu esposa Gaby, que Dios la tenga en el Cielo, en perfecta, iluminada y santa condición. Julio, recuerdo mucho cuando nos conocimos, guardo en mi ser varios instantes que fueron y aún son muy valiosos en mi vida, eventos que quedaron grabados con hierro candente en mi mente y en mi corazón. Por ejemplo, uno de los primeros sucesos que me unieron a ti fueron las rolas, la música, la bendita música. Sobre todo, aquel célebre disco de las  Sesiones con Emilia, con Emilia Almazán, Roberto González y Jaime López. Escuchar ese disco es acordarme de ti. 

 

                                     De día rumbo a la oficina transportando el sueño dentro de un camión

                                 Febril como la obsesión de hallar la mina donde cada tecla deletrea su voz.

                                Morir como mueres hoy, Jaime López 

No me acuerdo bien si ya lo conocía o fue por medio de ti que lo escuché por primera vez, pero lo que sí me queda muy claro es que contigo y con tus comentarios esa fantástica obra de arte me proporcionó momentos claves por sus ideas, sus conceptos, su crítica radical, su visión de la vida, y por supuesto me dio materia para tocar esas canciones por todos lados, con toda la banda. Aunque … los discos de acetato ya iban de salida. Tú traías esa música en un casete, que era lo último en  tecnología de ese momento. Saqué en la guitarra muchas de esas revolucionarias canciones pioneras del después llamado rock rupestre, sino es que todas, y las toqué en cuanto lugar pude. Y las emociones fueron tan intensas que todavía hay quienes se acuerdan de aquellas tocadas y hasta me piden volver a interpretar algunas piezas. 

 

                                              De Tenochtitlán, te dan un cuento, Y de Tlatelolco, una sangría: 

                                                 Son sólo vergüenzas, recaídas; Son, por todos lados, monumentos;

                                                 Son para dormir este momento.

                                               ¡Quítame tu cómic de la vista!, Jaime López

Tú comentabas algo, me influías y me dabas una nueva visión de una frase o fijaba yo más la atención en alguna canción en particular. Cada una de esas rolas fueron Pasto Verde para mí, fueron locura, filosofía, alegría, ruptura epistemológica, ceremonias paganas, creencia en el cambio social, crítica, reflexión lúcida, locura cervecera y humo sagrado, amor extasiado, encuentro, inspiración poética. Hasta la fecha les sigo la pista a Emilia, a Jaime  y a Roberto. Mi pecho se inflama, se hincha, nada más de escuchar dentro de mi cabeza y mi corazón aquella música, al recordar los efectos en  mi mente. Aquellas letras incendiarias, cómo nutrieron y desarrollaron mis propias ideas.

 

                                      ¿Y que hicimos de esas rebeldías?/ Pues nutrir las viejas agonías

                                            Y engordar las mismas jerarquías/ Hasta sus propios policías

                                               Los Rolling Stones nos echarían

                                             Los Rolling Stones nos culparían, Jaime López

Corrían los años de 1982-85, y esa flor musical, bella y luminosa, que ahora tengo en mi jardín, es producto de esa nuestra amistad. He evocado este recuerdo, de entre muchos otros que tengo contigo, para decirte que te quiero, que te extraño, y que tu amistad es muy valiosa para mí. 

 

                                                                 ¿Y con qué fin,/ Toda esta dialéctica en la historia?

              ¿Para qué ir al paraíso estando muertos?/¿Para qué alcanzar la gloria estando vivos,

               Si la gloria está muy lejos de este huerto?

                El huertoRoberto González 

A veces creo que no sé ser muy buen amigo, o quizá he cometido algún error sin querer para contigo, puesto que me has dejado de hablar y te has alejado, pero, aunque no tengo muy claro esto, lo que sí me es diáfano es que te amo y valoro chido todo tu mundo, todo lo que ahora te mueve: el Curso de milagros, Buda, la meditación, Velasco Piña, tu trabajo en comerciales y en cine, toda la gente que has formado en el medio, tu visión de la vida, tus palabras, tu amistad, tu sonrisa, tu presencia, tu Ser y un largo etcétera. Dios te bendiga a ti, a Estela, a Adrián y a Gaby -tu esposa-, por siempre jamás. ¡Ya me iluminaste la mañana! Te abrazo cálidamente Julio, amigo”.

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

18 de agosto del 2021

https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com

 

 

 



https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/carta-a-julio-c.-7121025.html

lunes, 27 de septiembre de 2021

 


 

Me enseñaste todo el poder que tiene una mujer,

compartiste tu belleza inaudita, 

me llevaste de la tierra al cielo y del cielo a la tierra,

dijiste tres palabras que me estremecieron.

 

Tocaste y encendiste mi fuego,

rozaste mi piel con tus labios de púrpura,

me llevaste por caminos nuevos,

me enloqueciste con tus valles y cimas.

 

Demostraste que Dios existe,

me condujiste por caminos prohibidos,

me dejaste besar todos los rumbos, 

me iniciaste en todos los misterios. 

 

Comprendí porqué los dioses

sintieron inquietud al contemplar

a las mujeres humanas, 

porqué Adán sucumbió

tan fácilmente a comer la manzana.

 

 

 

Temblé de placer, mis ojos se abrieron,

constaté el big bang y la expansión

del universo entero.

Bebí del Kamasutra y del Tantra,

fui un alumno dócil y sediento. 

 

Fuimos el ying y el yang,

me miré en tus ojos,

coloqué mis manos en tu corazón,

y fuimos vida y movimiento,

comprendimos a Dios.

 

 

 

aft

2 agosto 2021


https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/tu-7064393.html


 

 

jueves, 9 de septiembre de 2021

Amor propio. Alta autoestima.

 Amor propio, alta autoestima

                          El amor es una cura milagrosa. Amarnos a nosotros mismos hace milagros en

                          nuestras vidas.

                          Louise L. Hay

 


Como ya lo señaló Erich Fromm en su célebre libro El arte de amar, amar es una de las mejores actividades que podemos realizar en esta vida, porque con ello, en un mundo en que el tiempo todo lo barre, amar construye aquí y ahora. Y mientras se viva, amar será una edificación poderosa, gratificante, creadora, generadora de paz y alegría. Qué más se puede pedir. Los reinos más poderosos han caído y muchos han sido borrados de la memoria histórica. Los hombres que se han creído indestructibles y todo poderosos han muerto, y a muchos de ellos el tiempo los ha cubierto de ignominia. En cambio, los hombres y las mujeres que han amado, aunque también fueron borrados por el tiempo, vivieron intensamente generando paz, cariño, tranquilidad, alegría a su alrededor, y tan sólo por eso, hicieron que valiera la pena haber vivido para ellos mismos, y para los que hayan disfrutado de su compañía. Son gigantes del género humano, hicieron que fuera digno de mención ese milagro universal llamado vida humana.                                                                   

Aunque existe también la otra cara, los soberbios. Pero, estos qué saben de la vida, nada, y menos si les gusta ser ignorantes. No tienen idea, su mundo es muy limitado. Cómo atinadamente lo ha señalado el filósofo Fernando Savater no se trata del orgullo de lo que tú eres, sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes. Para saber y conocer hay que vivir, estudiar, contrastar, refutar, comprobar, incluir, amar, perdonar. Sólo así se alcanza a comprender un poco, un poco, de la vida. Y al contrario, si no estudias y aparte estás lleno de soberbia, ira, envidia y resentimientos no entiendes mucho. Te esperan enormes problemas si no despiertas a tiempo y si no abres los ojos y las orejas. El buen camino pasa por la crítica y la autocrítica, inevitable y afortunadamente.                                                                     

Como ya lo señaló Arthur Schopenhauer la compasión “es la única que excluye el egoísmo como motivación de la conducta. Y la compasión se ejerce en la experiencia de sufrimiento y carencia del otro; en convertir el sufrimiento del otro en mi sufrimiento”.    El amor, la compasión, abren ventanas al mundo, asómate, sin miedo. Una tras otra, ventanas y puertas están repletas de nuevas formas de ver. No las cierres, claro, ten precaución, pero averigua qué es lo que se mueve detrás de ellas. Abre todos los sentidos, pero particularmente los ojos, los oídos, el corazón, que sólo así se aprende. Con humildad, con un respeto infinito, aprende de cada uno de estos grandes maestros que citamos aquí. Ellos son maná caído del cielo, no sabes si puedas volver a disfrutar de su sabiduría.                                                                     

Decía C. G. Jung que  “Hasta que no hagas consciente a tu inconsciente, (éste) va a dirigir tu vida y lo llamarás destino.” Así que habla con tu psique consciente y con tu inconsciente.  Se les puede hablar, no son una instancia separada una de otra, forman parte integral de nosotros. La separación que realizó Sigmund Freud en estamentos fue con la finalidad de entender mejor el proceso de la psique, no porque así se presentaran en el humano. El inconsciente es esa zona en donde se refugia lo olvidado, lo reprimido, lo negado. Y mientras no se enfrente sale a flote de muchas maneras, ya sea por medio de tics, manías, actos fallidos, hasta enfermedades neuróticas y psicosomáticas.                                                        

El universo es puntual, exacto, sujeto a leyes. Se permite pequeñas variantes dentro de su rigor. Sólo así funciona. Y dentro de las leyes macro, están las leyes micro, las de la física cuántica que aparentemente contradicen a aquéllas.   Como bien lo supo Albert Einstein, tiene que haber un punto en que coincidan.   Hay quienes proponen que seas igual al universo ya que estás sujeto a sus leyes, todo es cuestión de conocerse a sí mismo cada vez más y mejor. Y el amor a uno mismo y a los demás es una de las grandes herramientas para alcanzar más logros.                                                                  

Nos han enseñado que nunca deberíamos ser derrotados, incluso existe ese dicho  tonto de que para atrás ni para tomar  vuelo, y definitivamente ha sido un error. El fracaso puede entenderse como enseñanza, puede fortalecer la voluntad, puede ser maestro, incluso, quizá, no tenga ni porqué llamársele fracaso. El concepto del fracaso como algo malévolo ha hecho mucho daño a generaciones. Se enseña, individual y socialmente, que si fracasas estás perdido, no eres inteligente, eres un inútil, y de ese golpe a la autoestima muchos ya no se reponen para toda su vida.

Cuidado también con la constante necesidad de aprobación, que sin duda tiene orígenes psicológicos complejos, pero no hay que desanimarse, hay que buscar respuestas para solucionar esa conducta que puede resultar tan limitante. Nada que el amor propio y una alta autoestima, no puedan mejorar.                                                                                                                                      

Uno debería conocer la vida de los grandes seres humanos que han existido a través de la historia y que han dejado una obra, una huella importante. Hombres y mujeres relevantes que pueden servir de ejemplo a las nuevas generaciones que brotan en cada época. Y hay que conocerlos no sólo con pequeñas pinceladas o mini biografías desangeladas, sino con recursos que proporcionen al menos un cierto grado de profundidad. De manera tal que pudieran servir de inspiración y motivación a niñas y niños. Es urgente evitar a toda costa que los niños tengan como héroes o modelos a seguir a delincuentes o a artistas furris meramente comerciales y superfluos. Será mejor que se inspiren en seres amorosos, trabajadores, comprometidos socialmente y con alta autoestima.           

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

14 de julio del 2021


https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/amor-propio-alta-autoestima-6980846.html


 

 

 

domingo, 5 de septiembre de 2021

 



Un cine antiguo Bajo el volcán

                                  “Una novela no me dará jamás la idea de una esfera; me puede dar la

                                        idea de un poliedro, de una enorme estructura.”  Julio Cortázar

 

¿Se dieron cuenta de que ya no hay cines, o están en extinción, para ver películas viejas, antiguas, que no sean de estreno? ¿Qué significa esto social, económica, cultural y simbólicamente? ¿Cuándo comenzó la decadencia de este tipo de cines? En una sociedad todo está ligado, no hay nada aislado, una cosa afecta a la otra, así que este hecho debe tener repercusión en el conjunto de la sociedad, en su modelado, en sus costumbres. Es verdad, todo está destinado a cambiar, a desaparecer, a transmutarse, pero los eventos no suceden así como así, ni pasan sin dejar una huella y una consecuencia, porque así  se construye la cultura día a día. 

Por cierto, un ejemplo muy sabroso de cómo lo cotidiano va construyendo la vida, y de cómo la literatura rescata momentos (y ese es su valor) que no volverán a ser nunca jamás se narra en la novela Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, en el capítulo I. Ahí, Lowry nos cuenta de una tarde lluviosa en que: “La temperatura había bajado de repente. Y el cine estaba a oscuras, como si esa noche se hubiera suspendido la función… De repente estalló un trueno y las luces de la calle se apagaron … Un vendaval irrumpió en la calle, levantando en vuelo a su paso viejos periódicos y soplando en las lámparas de gasolina de las tortillerías hasta casi apagarlas: por encima del hotel, que quedaba frente al cine, se dibujó el violento garabato de un relámpago al que siguió otro trueno. El viento gemía; la mayor parte de la gente, riéndose, corría por todas partes en busca de refugio. M. Laruelle escuchaba los truenos estallando a su espalda, en las montañas. Apenas llegó a tiempo. La lluvia caía a torrentes.

Sin aliento, se guareció bajo el pórtico en la entrada del teatro que, no obstante, parecía más bien la entrada de algún lóbrego bazar o mercado. En ella se apretujaban los campesinos que llegaban con sus canastas. Ante la taquilla, vacía por el momento y con la puerta entornada, una gallina solicitaba frenéticamente que se admitiera. Por doquier la gente encendía linternas o fósforos. La camioneta con el magnavoz se alejaba en medio de la lluvia y los truenos. ‘Las manos de Orlac’, anunciaba un cartel: ‘6 y 8,30’. ‘Las manos de Orlac, con Peter Lorre’.

En la calle, las luces de los faroles volvieron a encenderse, pero las del teatro seguían apagadas. M. Laruelle buscó un cigarrillo. Las manos de Orlac … ¡Con cuánta rapidez, pensó, había hecho revivir en su mente  ese nombre los primeros días del cine en realidad, sus propios días de estudiante tardío, los días del Estudiante de Praga, y Wiene y Werner Krauss y Karl Grüne; los días de la Ufa, cuando una Alemania derrotada se ganaba el respeto del mundo culto con las películas que producía… M. Laruelle tuvo una visión completa del interior (del cine). De allí, exactamente como si la función continuase, provenía un estruendoso bullicio de niños chillones y de vendedores que pregonaban papas fritas y ‘frijoles’. Resultaba difícil de creer que tanta gente hubiera abandonado sus asientos. Sombrías siluetas de perros callejeros entraban y salían por entre las butacas.”

Un mundo del que ya no existe nada ha quedado narrado con maestría en estos párrafos de Malcolm Lowry dejando un hermoso, nostálgico y casi antropológico registro de hechos pasados que ya no serán, de una forma de vivir que ha sido borrada por el tiempo. Qué situación tan  extraordinaria se narra. Nos cuenta que indios, campesinos, clasemedieros, burguesía y vagos compartían las duras tablas de madera en las que se sentaban para ver nada menos la que ahora está considerada como la primera obra maestra del cine expresionista alemán: Las manos de Orlac. También en la Ciudad de México, antes Distrito Federal, en los llamados, a mediados del siglo veinte, cines piojito, ahí se podían ver obras maestras del calibre de Amarcord (Federico Fellini, 1973), Calígula (Tinto Brass, 1984), Les valseuses (Bertrand Blier, 1974), y otras más. Películas que muchas veces eran exhibidas como cine porno y eso atraía a personas que a final de cuentas terminaban contemplado obras del cine de arte mundial. Claro, esto no era ni lo común ni generalizado, se daba más bien en cines reconocidos como exhibidores de porno.

                                                                          *

Vaya reconstrucción de la realidad la que nos presenta este párrafo de la novela Bajo el volcán. Una buena novela nos invita a mirar el mundo, en general y el que nos rodea, con ojos atentos. Nos invita a ver detenidamente, es contraria al mundo contemporáneo que todo lo quiere rápido, rápido, rápido. Una buena novela es para degustarse poco a poco, línea a línea, entre líneas, para sumergirse en cada ventana o puerta que nos abre. Es una invitación a volver a mirar de otra manera, a contrapelo de los cánones fast track. 

Antes, quizá hasta los años 90’s del siglo XX, todavía podía la gente ir muy a gusto a un  cine de por el barrio para ver qué estaban exhibiendo. Era una diversión cercana, barata y compartida. Podías ir con los cuates, la chava, la familia, los tíos, los primos o solos. Eso se acabó, ahora pura película de estreno, las películas antiguas sólo se pueden ver en plataformas de las redes sociales, en televisión, en cd’s cada vez más en extinción, o de plano en discos piratas. Y con la desaparición de estos cines y de estas películas se fueron también, o casi desaparecieron, las costumbres que los acompañaban: familias enteras asistiendo, todos comiendo y/o llorando, vendedores de chucherías adentro de las salas, enamorados que entraban a “fajar”, solitarios que iban a ligar, gente del ambiente en busca de aventuras, desempleados ahogando sus amarguras, vagos matando el tiempo y amantes intensos del cine sea el que fuera que se estuviera proyectando

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

8 de julio del 2021


https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/un-cine-antiguo-bajo-el-volcan-6980412.html



 

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