martes, 12 de octubre de 2021

 




Carta a Julio C.

                                       Cuando la soga aprieta / Es la hora y se pregunta qué es lo que soy/

                            Un nombre una dirección / Una cartilla, un buzón, Un número de expediente.

                           Jaime López, Roberto González. La soga

Qué poder siguen teniendo las cartas escritas en papel, aún en estos tiempos aciagos de hipercomunicación, rapidez, y banalidad. Y eso me sorprende, Julio, por eso, hace poco te escribí una carta para celebrar nuestra amistad. Es cierto, ya casi nadie manda cartas por el correo tradicional, ahora todo es rápido y con el número de caracteres determinado quién sabe por quién carajo que se atribuyó esa dimensión proteica, divina. Pero bueno, a mí me nació tomar papel y pluma y escribirte una a la vieja usanza, y para mi suerte, hasta el papel era viejo y corrugado. Así que comencé:

 

                               Si usted siente internamente que no es nada/ Yo le sugiero que se embarre

                                        esta pomada/ Se sentirá un nuevo ser que limpio nace/ Rompiendo las

                           ataduras de su clase/ Compre, tenga, mire, venga/ Satisfaga sus deseos de ser

                           quien/ En la vida siempre todo le sale muy bien.

                         Roberto González, Satisfaga sus deseos.

“Hola, querido Julio, te escribo esta carta para decirte que te quiero y que pienso mucho en ti, en tu hijos. De hecho, seguido pido  por ustedes, por tu esposa Gaby, que Dios la tenga en el Cielo, en perfecta, iluminada y santa condición. Julio, recuerdo mucho cuando nos conocimos, guardo en mi ser varios instantes que fueron y aún son muy valiosos en mi vida, eventos que quedaron grabados con hierro candente en mi mente y en mi corazón. Por ejemplo, uno de los primeros sucesos que me unieron a ti fueron las rolas, la música, la bendita música. Sobre todo, aquel célebre disco de las  Sesiones con Emilia, con Emilia Almazán, Roberto González y Jaime López. Escuchar ese disco es acordarme de ti. 

 

                                     De día rumbo a la oficina transportando el sueño dentro de un camión

                                 Febril como la obsesión de hallar la mina donde cada tecla deletrea su voz.

                                Morir como mueres hoy, Jaime López 

No me acuerdo bien si ya lo conocía o fue por medio de ti que lo escuché por primera vez, pero lo que sí me queda muy claro es que contigo y con tus comentarios esa fantástica obra de arte me proporcionó momentos claves por sus ideas, sus conceptos, su crítica radical, su visión de la vida, y por supuesto me dio materia para tocar esas canciones por todos lados, con toda la banda. Aunque … los discos de acetato ya iban de salida. Tú traías esa música en un casete, que era lo último en  tecnología de ese momento. Saqué en la guitarra muchas de esas revolucionarias canciones pioneras del después llamado rock rupestre, sino es que todas, y las toqué en cuanto lugar pude. Y las emociones fueron tan intensas que todavía hay quienes se acuerdan de aquellas tocadas y hasta me piden volver a interpretar algunas piezas. 

 

                                              De Tenochtitlán, te dan un cuento, Y de Tlatelolco, una sangría: 

                                                 Son sólo vergüenzas, recaídas; Son, por todos lados, monumentos;

                                                 Son para dormir este momento.

                                               ¡Quítame tu cómic de la vista!, Jaime López

Tú comentabas algo, me influías y me dabas una nueva visión de una frase o fijaba yo más la atención en alguna canción en particular. Cada una de esas rolas fueron Pasto Verde para mí, fueron locura, filosofía, alegría, ruptura epistemológica, ceremonias paganas, creencia en el cambio social, crítica, reflexión lúcida, locura cervecera y humo sagrado, amor extasiado, encuentro, inspiración poética. Hasta la fecha les sigo la pista a Emilia, a Jaime  y a Roberto. Mi pecho se inflama, se hincha, nada más de escuchar dentro de mi cabeza y mi corazón aquella música, al recordar los efectos en  mi mente. Aquellas letras incendiarias, cómo nutrieron y desarrollaron mis propias ideas.

 

                                      ¿Y que hicimos de esas rebeldías?/ Pues nutrir las viejas agonías

                                            Y engordar las mismas jerarquías/ Hasta sus propios policías

                                               Los Rolling Stones nos echarían

                                             Los Rolling Stones nos culparían, Jaime López

Corrían los años de 1982-85, y esa flor musical, bella y luminosa, que ahora tengo en mi jardín, es producto de esa nuestra amistad. He evocado este recuerdo, de entre muchos otros que tengo contigo, para decirte que te quiero, que te extraño, y que tu amistad es muy valiosa para mí. 

 

                                                                 ¿Y con qué fin,/ Toda esta dialéctica en la historia?

              ¿Para qué ir al paraíso estando muertos?/¿Para qué alcanzar la gloria estando vivos,

               Si la gloria está muy lejos de este huerto?

                El huertoRoberto González 

A veces creo que no sé ser muy buen amigo, o quizá he cometido algún error sin querer para contigo, puesto que me has dejado de hablar y te has alejado, pero, aunque no tengo muy claro esto, lo que sí me es diáfano es que te amo y valoro chido todo tu mundo, todo lo que ahora te mueve: el Curso de milagros, Buda, la meditación, Velasco Piña, tu trabajo en comerciales y en cine, toda la gente que has formado en el medio, tu visión de la vida, tus palabras, tu amistad, tu sonrisa, tu presencia, tu Ser y un largo etcétera. Dios te bendiga a ti, a Estela, a Adrián y a Gaby -tu esposa-, por siempre jamás. ¡Ya me iluminaste la mañana! Te abrazo cálidamente Julio, amigo”.

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

18 de agosto del 2021

https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com

 

 

 



https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/carta-a-julio-c.-7121025.html

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