viernes, 22 de diciembre de 2023

 La Leona

Para Rosario Vela, con cariño

 

Estando lejos brincan todos los sentimientos encontrados,

las avispas del alma,

los parajes ocultos del interior.

Los dueños de la Tierra te reclaman el derecho de piso.

Y ahí, en la fractura más insignificante

brota la flor de mi amistad que te reitero hoy,

quizá porque estoy alegre inhalando el aire sabio,

tal vez porque por fin entiendo la memoria del alba.

La luz de la luna me atraviesa, la siento.

Tú, allá, cerca

Yo, acá, lejos.

 

Pasos en una pequeña habitación de bordes rectangulares,

fuego sagrado ondeando sin mesura

en el bautizo del abuelo,

en la tiza de la profundidad,

fuego ardiendo, con gusto, con relajo, con respeto,

joven bautizada y nacida en el ceremonial del desmadre puro.

 

Jabalí de la selva, risa de perezoso,

ojos de rin tin tin, máscara sagrada,

raíz hay en tu piel,

hija de la madre naturaleza, niña siempre.

Leona al fin.

 

 

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

28 de noviembre del 2023

https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/la-leona-11180960.html


 

 

viernes, 1 de diciembre de 2023

 Narciso   III  (final)

Mi amigo Narciso logró captar momentos en su vida de cómo algunas de estas conductas narcisistas se gestaron mientras estaban en la mesa, comiendo con papá y mamá, aparentemente vacilando y riéndose, pero a costa de una persona: la madre, quizá por su condición de mujer, por no tener estudios, porque siempre había sido utilizada, y ahora ya qué. Así se van conformando hechos y situaciones a las que se les va cabalgando como se puede para que no se salgan de control, pero no es posible engañar a todos  toda la vida. Los conflictos están ahí soterrados, enterrados, y van a sacar las garras tarde o temprano, se van a manifestar de una o de otra forma, pero tú ya no recordarás nada, ya te habrás inventado una fantasía que tú mismo te creerás, y serás incapaz de distinguir en tu conducta actual algo perturbador o con un origen anormal, enfermizo.

Y me comenta mi amigo: “No vayas  a creer que nada más entre los hombres hay narcisos, también hay entre las mujeres. Por todos lados he conocido mujeres gandallas, autoritarias, manipuladoras, mentirosas, mamertas, dominantes y presumidas. No nada más por el hecho de ser mujeres ya son sacrosantas y benévolas, en todos los ámbitos hay de todo, personas buenas y personas canijas. Pobrecitos seres humanos, cada uno se cree tan especial, tan maravilloso, y no se dan cuenta de que no son más que un punto gris, todos hechos bola en una masa de puntos grises en donde todos se copian unos a otros  acríticamente, son como borregos, lo que hace uno lo hace el otro, la música que escucha uno la escucha el otro, siguen a los mismos youtubers y se ríen con las mismas tonterías. El hombre masa se cree especial, y hace lo mismo  que todos.”

Ahí le comenté a mi amigo Narciso de la existencia de un libro maravilloso que cuestiona precisamente eso, se titula Escucha pequeño hombrecito, lo escribió hace muchos años, en 1946, el psiquiatra y psicoanalista Wilhelm Reich.  Y ahí analiza ese fenómeno del hombre masificado, gregario, ya sea hombre o sea mujer, no hay distinción por sexo.

¿Cómo se puede sanar sanar de la condición narcisista -le pregunto a mi amigo-, qué se puede hacer, tiene solución el problema? Me responde que según él sí, “pero todo depende de cada persona, de que se dé cuenta que tiene un problema, pero esto es un poco difícil porque quién puede aceptar tan fácilmente que es un soberbio, acomplejado; quién puede tener la humildad suficiente, la capacidad de autocrítica o ya no digamos una filosofía más profunda que le permita ver las situaciones desde la perspectiva de la compasión, la misericordia, el amor, la humildad, la solidaridad, la empatía. Casi estamos pidiendo un milagro, pero no es imposible, por supuesto, sé que es posible porque conozco gente que está trabajando en ese camino con avances importantes.”

Me comenta mi amigo, con gran énfasis, que no se trata de caer en un juego de acusaciones para para ver quién es más Narciso. Para poder superar el problema primero hay que reconocerlo, y después buscar soluciones. Todas éstas pasan por una firme determinación de dejar de creerse el centro del mundo, y para ello hay que pensar en los otros, escucharlos,  ayudarlos, porque si lo dejamos en un juego de acusaciones no se avanza en absoluto. Se requiere de una gran dosis de humildad, y porqué no, de apoyarse en libros de autoayuda, psicólogos, psiquiatras, un buen amigo, un profesor, un coach profesional, un consejero espiritual, y en una gran determinación que ayude a la transformación. 

Mi amigo cree que el narcisismo sí tiene solución, al contrario de lo que opinan muchos especialistas, pero no se trata de una solución mágica o de buena onda, sino de un trabajo con mucha conciencia, claridad, rigurosa autobservación y una voluntad firme.

 El problema es que el Narciso ni siquiera se da cuenta de su condición y mucho menos actúa, y eso lo lleva a generar infiernos brutales en su entorno familiar, laboral o incluso a nivel del poder político, en donde los pueblos padecen sus megalomanías.

Uno de los caminos que más ayudan para que las personas salgan del narcisismo es la espiritualidad, porque ésta va directo a los mecanismos profundos de la conciencia, al fundamento del ser. Y no se necesita ser precisamente religioso, se puede uno acercar, por ejemplo, al cristianismo o al budismo, o a cualquier otra línea, sin que por ello se convierta a una religión, salvo los que ya estén en ella. A quien no le interese la religiosidad puede tomar laicamente el fundamento de las enseñanzas de Cristo o de Buda para encontrar un camino de  sanación para la enfermedad emocional del narcisismo, ahí encontrará una base bien estructurada y probada milenariamente, y puede comprobar su efectividad en la práctica concreta, diaria.

Para atender el padecimiento del narcisismo hay que ir hasta el fondo, al origen, que generalmente se ubica en la familia. Creo que Freud dijo por ahí que la familia era la fuente de todos los problemas. Madre sobreprotectora, padre ausente, parece ser la fórmula perfecta que da origen a muchas enfermedades emocionales. Ir al fondo significa comprender el origen del padecimiento recordando situaciones pasadas, no para regodearse en ellas de manera anecdótica, sino para encontrar los tesoros que guardan y poder regresar al presente, a la luz de los conocimientos adquiridos, para sanar. No se trata de acusaciones, de reclamos, sino de ubicar la fuente del problema y hacerse responsable en el presente de sus actos. La sanación pasa por el camino del perdón, el amor y la compasión.

Es justo también señalar que en el entorno de un sistema social que promueve la competencia despiadada, el individualismo a ultranza, el ego, la fantasía narcisista y la soberbia, todo esto no coopera mucho a la salud emocional. Otro mal ejemplo lo tenemos en el narcisismo digital, en donde la búsqueda de likes en las redes sociales, a partir de exponer la vida personal, se considera como lo máximo.

Me dice mi amigo: “Seguiré buscando la puerta de salida de este infierno. Sí, porque el narcisismo es un infierno. No importa cuántas recaídas, cuántas equivocaciones, retrocesos tenga, seguiré buscando, informándome y sobre todo practicando. El cambio lo notaré en el espejo que se da en  el trato con los otros.”

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

23 de noviembre del 2023


https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/narciso-iii-final-11075664.html


 

viernes, 24 de noviembre de 2023

 Narciso II

Me dice mi amigo, el narciso confeso: “Deberías intentar ser superior, sí, pero a ti mismo respecto a lo que fuiste ayer, pero no, tu parámetro de referencia son los otros, quieres sentirte encima de todos los demás, ser mejor que aquel al que ves inferior a ti, porque tú eres casi un súper hombre nietzscheano.  Y  así, entre botana y botana, vacilada y vacilada se la pasa uno tratando de humillar hasta a su propia madre, porque inconscientemente lo que busca uno es el aplauso materno y paterno, el cariño que no recibiste. Todo esto lo fui más o menos entendiendo tras un muy largo proceso de negación y huida, en donde hasta me encabritaba si alguien me cuestionaba o me llegaba a insinuar que porqué no tomaba una terapia para enfrentar mi ira, mis mentiras y manipuleos. Como que no quiere la cosa, y a regañadientes, fui viendo videos en YouTube respecto al tema del narcisismo,  siempre pensando que hablaban de otros, no de mí.  Pero ahora, estoy poniéndome el saco, aplicándome la de Paquita la del Barrio, rata de dos patas, te estoy hablando a ti. Los mensajes de los videos eran para mí, no para otros. Y así, poco a poquito, fui avanzando y reconociendo que tenía un problema. Casi casi como los alcohólicos, que hasta que no reconocen que tienen un problema pueden entonces comenzar a superarlo. Yo jamás sentí que tuviera dilemas por mi conducta y mi manera de ser, me sentía dueño del mundo donde sólo mis chicharrones tronaban.”

Luego me contó, otra vez, que no sabía exactamente por qué, pero sin darse cuenta se había roto la comunicación con su madre, ¿era un proceso normal o era anormal? ¿a todos les pasaba o nada más a él? Esa distancia iba creciendo y le dolía, pero no podía superarla. Qué triste y doloroso, y no tenía origen en la señora porque ella sí le hablaba y le preguntaba cosas, mientras él se limitaba a las respuestas más cortas, elementales y superficiales. Sí, no, quién sabe, ajá, voy, no sé. Se sentía y se sabía grosero y pelado, pero no podía romper esa barrera de comunicación que era como una enorme laguna, un tanto sucia, que los separaba. ¿Dónde se generó exactamente? Quién sabe,  ya había borrado de su memoria todo origen, el caso es que ahora se sentía superior a su madre. El origen podía estar en la conducta de su padre, que se la pasaba botaneando a su mamá, bajita la tenaza, entre risa y risa. Quesque risa, era más bien humillación, la desvalorizaba, la trataba de inferior, se burlaban de ella que porque parecía apache, que porque era descendiente de indios, y entre broma y broma, ambos se acusaban de ser descendientes de indios, y el papá volteaba a ver a los hijos, y los niños, que no entendían exactamente qué pasaba, se reían de las bromas del papá y también le atizaban a la mamá supuestas bromas que por su estatura, por su nariz, por su origen, y esas bromas familiares fueron creciendo como una costra que se iba endureciendo, y en la que debajo de la supuesta risa, en realidad había una herida que no cuajaba, que no se secaba, que estaba permanentemente abierta. 

Ubicar el origen de estas situaciones requiere de observar detenida y profundamente la realidad, y aceptar que puede haber dolor, tristeza, remordimiento, culpa, pero que sólo el proceso de observar, de ubicar las heridas, es lo único que ayuda a sanar,  a borrar esas huellas nefastas. Solamente el camino de la conciencia, del perdón hacia sí mismo, del perdón a la supuestas o reales faltas de los demás, de pedir perdón a la vida o a Dios o a quien tú creas, es lo único que puede ir limpiando y sanando el alma, la mente, las emociones, sentimientos y el cuerpo. El problema es que si no te das cuenta, cuando creces te llevas esas conductas para aplicárselas ahora a tu nueva pareja, y el  ciclo se repite de nuevo al infinito.

Mi amigo Narciso me confiesa que no ha sido nada fácil para él, y que tampoco se libró de pronto, o por un milagro, o con magia. Me cuenta que ha sido un proceso con recaídas, errores continuos, falta de conciencia, maldad a propósito, sin embargo, ahí está, aferrado, queriendo salir adelante. Quiere dar el siguiente paso a una terapia presencial. Me dice: “Con el paso del tiempo, con los años, las situaciones exactas y las palabras  se me han ido borrando de la memoria, agréguenle a ello la condición de que quizá por una cuestión hasta de autodefensa, uno va ocultando y enterrando esos recuerdos en lo más profundo del inconsciente, y se va generando una mentira que uno mismo se cree, y así se va conformando una memoria falsa de los hechos, ya adoquinados, bonitos, bien plastificados, que permiten vivir tranquilamente. o supuestamente con más calma. Pero esos hechos están ahí, y se manifiestan de una u otra forma y el círculo se cierra, la serpiente se muerde la cola porque ya no te das ni cuenta de que el origen de ciertas conductas obedece a recuerdos negados, sin perdón, que se están pudriendo en tu interior porque los has enterrado, pero las huellas y las heridas no se pueden tapar con un dedo, están ahí. Y de eventos sutiles, alegres, sanos, pueden surgir eventos agresivos, enmascarados o abiertamente violentos. La cultura machista está encarnada a grados que ya ni nos damos cuenta, y camina de la mano con otros aspectos y emociones -o pecados, dirían otros-, como la soberbia, el orgullo, la presunción, los complejos de inferioridad, los de superioridad, narcisismo, la falta de autoestima, la falta de quererse a sí mismo, de conocerse. Todo esto  se gesta de manera soterrada, discreta, “normal”,  en lo diario, en lo cotidiano”.

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

16 de noviembre del 2023

https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/narciso-ii-11036506.html


 

sábado, 18 de noviembre de 2023

 Narciso  I

El narcisista cree que todos le deben y como cree ser el centro del universo nadie puede interrumpirlo en sus sacrosantas actividades. Si alguien le pide un favor se molesta, está lleno de amargura. Uno se pregunta ¿qué le cuesta ayudar a alguien a lo más mínimo, por ejemplo, a pagar una estufa, ya que vas de paso?, ¿o  pasarle la cubeta a alguien que necesita agua?, ¿o  traer la escoba que se quedó allá afuera? Cualquier cosa, nimiedades, pero todo le molesta porque lo saca de su súper yo, de su zona de confort, o simplemente porque no se le da la gana ayudar a nadie. Le causa molestia que le pidan un favor, llegando incluso al enfado en diferentes grados. Cuando uno tiene una conducta de ese tipo habría que revisarla bien, observarse a uno mismo con atención, para determinar a qué grado de narcisismo obedece, y en esa medida poder enfrentar la situación y sanar. Claro, en todo esto hay que practicar una visión muy atenta y crítica para no engañarse, porque hay veces que uno anda verdaderamente ocupado, concentrado en algo, y es muy molesto que alguien te distraiga, te perturbe y se te vaya la idea. Hay que observar cada caso con atención ya que la acción narcisista se repite como una manera de ser ante cualquier petición de un favor que le molesta.

Me comenta un narcisista confeso: “Siempre he querido, según yo, vivir un paso adelante, siempre acelerado. Esto tiene que ver con el tema de la prisa, pero también con el narcisismo, porque implica una necesidad de reconocimiento para que digan “mira, ya llegó, es bien chingón”.  El que es verdaderamente chingón no necesita ni mencionarlo, se nota solito, no necesita empujar a nadie, al contrario, aporta, pero Narciso necesita reconocimiento porque no lo tuvo de niño. Este reconocimiento es muy necesario en una cierta etapa de la formación del ego en la primera y segunda infancia, después, hay que cuestionar al ego, superarlo, teniéndolo bajo dominio total. Creer que vas un paso adelante también se da porque crees que eres muy fregón, pero puede que en realidad estés muy atrasado y ni cuenta te des. En realidad, el narcisista se pierde mucho del camino y deja de aprender un montón de cosas que son fundamentales porque su egolatría le impide aceptar que no sabe, que otros le pueden enseñar y no es capaz de reconocerlo con humildad,  de aceptarlo, agradecerlo. Luego se tiene que tragar sus palabras, se carcome a él mismo. Cree que va un paso adelantado y no goza del momento, no tiene la conciencia plena del instante y se le escapan los momentos como arena entre las manos; los recuerdos lo abandonan, las vivencias no lo enriquecen y no se puede alimentar del manantial inmenso de la vida. No se da cuenta, y cuando se da cuenta se hace pato, no lo puede aceptar,  y así pasan los años perdiendo y perdiendo oportunidades de aprendizaje, oportunidades de amistad, de amor, de paz, y, dependiendo el grado de la herida, de ese tamaño será el resultado y el fracaso.

Se necesita en verdad una extraordinaria fuerza y conciencia para superar esta condición. Sin duda, las herramientas son la humildad, el reconocimiento agradecido del otro, el perdón, la compasión y el amor más allá de meras palabritas,  sino más bien como prácticas muy concretas, a las que hay que observar con mucha atención y volverse un verdadero acechador de sí mismo a cada instante, porque las conductas narcisista están solapadas y escondidas en cada situación, en cada momento, en cada palabra, en cada mirada y en cada acto. Y  no es cuestión de darse cuenta una vez y ya la hice para siempre, es un trabajo permanente, crítico, amoroso, el que debe desarrollarse a cada instante consigo mismo, con mucha paciencia, con muchas ganas de sanar, de vivir a profundidad, de darse cuenta del poderío inmenso del amor. Tomar esta actitud es oxígeno puro para la vida, para el alma, para el ser, para el espíritu. Es oxígeno puro, respíralo muy profundamente, conéctate con la inteligencia que mueve todo e irás sintiendo su poder en  diferentes formas y magnitudes. Agradece profundamente ese momento.

Y dentro de la necesaria reflexión acerca de su vida Narciso también me contó que le fueron cayendo los veintes poco a poco, uno a uno, y se la tomaba con calma porque quizá así debería ser el proceso. Por ejemplo, y dolorosamente, se dio cuenta que se sentía muy superior a su madre, pero no a su padre que era más gandalla, más autoritario, con más cultura general. Su padre agandallaba a  su madre, típico de la sociedad patriarcal. Seguramente se sentía superior y le trasminó esa actitud a sus hijos. Junto a su padre Narciso se sentía intimidado, pero junto a su madre se sentía superior, cada quien se agarra a su puerquito, o cuando menos lo intenta. Su madre no había estudiado más que la primaria,  sin embargo, se había rifado todo el tiempo por ellos trabajando siempre, en casa y afuera, es decir la clásica doble jornada. Pero Narciso no se daba cuenta de nada ni lo agradecía, no sentía empatía, ni siquiera recordaba  hechos, ni un detalle que le aclarara porqué su mamá le dijo tantas veces: “Ah, me crees muy tontita, pero no tengo un pelo de tonta”. A Narciso no le importaba nada. Su mamá era inferior y punto, a tal grado que apenas le hablaba, lo desesperaba mucho porque consideraba que ella no entendía nada,  que era lenta, que le faltaba callo en el mundo, y que él, siendo un chamaco, tenía más callo en la vida. Y es probable que en algunas cosas sí, pero en otras no.

La formación del ego es necesaria, fundamental, es con lo que se abre  cancha en el mundo, necesitas un asentamiento sólido, saberte un yo existente, pero hay que tener mucho cuidado de no rebasar la delicada línea que separa el necesario ego y el principio del narcisismo y la soberbia,  de cuando ya te sientes superior a todos, de cuando ya los pendejeas y te la pasas criticando y juzgando porque indiscutiblemente te sientes el mejor, el más buenote, el más guapo, el más inteligente, moralmente superior.  Y ahí  ya vas por mal camino, porque a cabrón, cabrón y medio.

 

 

Alfonso Franco Tiscareño

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

8 de noviembre del 2023

https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/narciso-i-11004241.html

viernes, 10 de noviembre de 2023

 La sonrisa de mi niña

                                para Ofanim

 

La sonrisa de mi niña es manantial

fuego en el cielo

ternura inaudita

un trozo del universo frente a mí. 

 

 

La sonrisa de mi niña es luz

es la esperanza renacida

una llama encendida

la Palabra de Dios encarnada.

 

 

Dios, dame vida para gozar su sonrisa

para deleitarme en ella

para aprender y suavizar mis entrañas

para volver a sonreír con pureza otra vez.

 

La sonrisa de mi niña es la entrega diáfana

de la primera vez, sin cuentos ni intrigas,

es un diapasón de medida perfecta

es también una loba cobijando a sus críos.  

 

La sonrisa de mi niña es aire fresco en la noche de los tiempos,

es el Espíritu Santo en el Jordán

es el bálsamo suave que me untaba mi madre

es flor en la montaña, lirio en el pantano, rosal en el desierto.

 

Contágiame tu sonrisa

recuérdame qué es ser humano.

Bendito sea el momento en que fuiste concebida

y bendito sea el fruto de tu ser: tu sonrisa.

  

 

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

25 octubre 2023

https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/la-sonrisa-de-mi-nina-10974115.html

 

miércoles, 8 de febrero de 2023

 

Días de guardar. Carlos Monsiváis  II

Si nos detuviéramos en cada una de las citas y referencias anotadas en Días de guardar, tendríamos para rato averiguando nombres, fechas, circunstancias culturales, políticas y contextuales. Podríamos armar un fichero enorme que documentara sólidamente nuestros propios puntos de vista. Nuestra cultura y conocimiento de la realidad aumentarían potencialmente. Una inteligencia ágil, lúcida y hábil, como la de Monsiváis, era capaz de recordar y relacionar lo leído y visto, con el acontecer cotidiano de la vida social y cultural de un país tan complejo como México. 

 

Si la crítica y la burla deben aplicarse absolutamente a todo, Monsiváis mismo tuvo que aguantar vara y ser “víctima” del humorismo mordaz a que fue sometido por la pareja de cómicos llamada Los  Polivoces. Y aguantó vara. No se sabe que la imitación de esta pareja le hubiera molestado. Además, también aguantó las ironías y ataques de Octavio Paz en aquella célebre polémica pública que sostuvieron en las páginas de la revista Proceso. Paz  quiso rebajar, someter y reducir al cronista  al referirse a él no como un hombre de ideas, sino tan sólo de ocurrencias. Escribe Octavio Paz: “Aclaraciones y reiteraciones” En el número 59 de Proceso aparece un artículo de Carlos Monsiváis en el que, para emplear sus palabras, “consigna sus desacuerdos” con mis opiniones. Me alegra que al fin abandone la murmuración y se decida por la discusión abierta. Procuraré responderle con brevedad. No será fácil: si mi pecado es “la manía generalizadora”, el suyo es el discurso deshilvanado, hecho de afirmaciones y negaciones sueltas. Monsiváis no es un hombre de ideas sino de ocurrencias. La acumulación de detalles no es un defecto cuando se escribe una crónica; sí lo es en la crítica intelectual y política. La ligereza se convierte en enredijo y aparecen las tres funestas fu: confuso, profuso y difuso.”

 

Sí, hay ocurrencias en Carlos Monsiváis, pero muchas veces son ocurrencias geniales presentadas con gran manejo del lenguaje, basadas en conocimiento sólido, que aportan visiones distintas para acercarse a la realidad y a los hechos relatados o criticados en sus ensayos o crónicas. Esa polémica entre dos ejes de la cultura mexicana contemporánea dejó ver que de ambos lados había ideas, conceptos, convicciones. Este tipo de debates enriquecen a todos, y proporcionan salud a la República, fortalecen las libertades y la democracia a pesar del tono agresivo, incluso ofensivo, que a veces muestran.

 

Todo debe ser cuestionado, incluido Octavio Paz, porqué no. Someter  a crítica la realidad enriquece a todos, y a pesar de las respuestas vitriólicas de Paz, y un tanto menos de Monsiváis, el poeta  asestó buenos y lúcidos  argumentos al tema de la discusión. La crítica, e incluso la burla, hacen bien, y pueden evitar el anquilosamiento de una sociedad. El único límite para ejercer el sarcasmo debe ser lo que la ley marca, y evitar lo que incite a la violencia, a la discriminación y a la humillación de las personas o grupos, aunque a veces esos límites son muy difíciles de definir, pero nada que una buena discusión en democracia no pueda afinar y establecer con cierta precisión.

 

Como señala el psicólogo Jordan Petersen, quien ha abordado este tema del humor ácido: «Tiene que haber una espontaneidad y un atrevimiento», dice Jordan Peterson, «así que (los humoristas) siempre están poniendo a prueba los límites de lo que es aceptable en el discurso, y casi siempre lo hacen de una manera que apunta a verdades incómodas de una u otra forma. Cosas que la gente no quiere admitir. Cosas que mantenemos ocultas en la oscuridad. Las debilidades de nuestros líderes. Cualquier cosa que esté ahí pero que haga que la gente se sienta demasiado incómoda para hablar de ella, eso es exactamente lo que un cómico enfoca».

 

«Eso es parte de lo preocupante del estado del discurso en el Occidente libre», dice Peterson en otra conversación. «Los cómicos no van a los campus universitarios. No consiguen ser graciosos. Y si no puedes ser gracioso, entonces no eres libre. El bufón de la corte del rey es el único que puede decir la verdad. Y si el rey es tan tirano que mata a su bufón, entonces sabes que el rey malo está al mando. Y cuando no podemos tolerar a nuestros comediantes, es como si, bueno, ahí tienes. Son los canarios en la mina de carbón en lo que a mí respecta».

 

Y, aunque es verdad que Monsiváis era un hombre de grandes, lúcidas, humorísticas, sarcásticas y originales ocurrencias, era mucho más que eso. Sus chispazos estaban solventados por una gran documentación: datos, nombres, lugares, situaciones, que enriquecen a quien las lee. Monsiváis no era sólo un hombre de ocurrencias, calificarlo así refleja también en Octavio Paz una vena de autoritarismo, soberbia y un tanto de ira enardecida contra quien lo estaba cuestionando en su templo donde él representaba el poder absoluto. De alguna manera un cacique de la cultura, aunque Monsiváis también lo fue.

 

Y si bien los debates entre intelectuales tienen esa característica de fuerza, vigor, ironía, crítica y ataque, porqué no pensar que pudiera existir un debate que no implique el lucimiento del ego, la megalomanía, la envidia y el ataque ofensivo. Porqué no pensar que puede estar compuesto de respuestas sólidamente argumentadas ante los planteamientos y cuestionamientos del otro debatiente. Porqué no pensar que en lugar de dos gallos giros en el palenque, se trata de dos seres que a partir de razonamientos críticos no personalizados, se enriquecen uno a otro, así como a los lectores o espectadores del debate.

 

Lo importante es que, como todo buen ensayista, Monsiváis hace pensar, reflexionar, propone otros puntos de vista, distintas formas de enfocar los temas, y esa es la narrativa que aporta conocimiento. Aunque a veces, su estilo corre el riesgo de ser repetitivo.

 

En Días de guardar hay dos  preocupaciones permanentes, una es la cuestión de la masa, la masificación, la manipulación de la gente, el gregarismo, la ignorancia; y otra la cuestión del  desclasamiento, la falta de conciencia de a qué lugar social se pertenece, no como castigo ni como casta, pero sí como conciencia de qué intereses representa dicha clase.

 

 

 

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

9 de noviembre del 2022


https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/dias-de-guardar.-carlos-monsivais-ii-9194143.html


 

 

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