viernes, 24 de noviembre de 2023

 Narciso II

Me dice mi amigo, el narciso confeso: “Deberías intentar ser superior, sí, pero a ti mismo respecto a lo que fuiste ayer, pero no, tu parámetro de referencia son los otros, quieres sentirte encima de todos los demás, ser mejor que aquel al que ves inferior a ti, porque tú eres casi un súper hombre nietzscheano.  Y  así, entre botana y botana, vacilada y vacilada se la pasa uno tratando de humillar hasta a su propia madre, porque inconscientemente lo que busca uno es el aplauso materno y paterno, el cariño que no recibiste. Todo esto lo fui más o menos entendiendo tras un muy largo proceso de negación y huida, en donde hasta me encabritaba si alguien me cuestionaba o me llegaba a insinuar que porqué no tomaba una terapia para enfrentar mi ira, mis mentiras y manipuleos. Como que no quiere la cosa, y a regañadientes, fui viendo videos en YouTube respecto al tema del narcisismo,  siempre pensando que hablaban de otros, no de mí.  Pero ahora, estoy poniéndome el saco, aplicándome la de Paquita la del Barrio, rata de dos patas, te estoy hablando a ti. Los mensajes de los videos eran para mí, no para otros. Y así, poco a poquito, fui avanzando y reconociendo que tenía un problema. Casi casi como los alcohólicos, que hasta que no reconocen que tienen un problema pueden entonces comenzar a superarlo. Yo jamás sentí que tuviera dilemas por mi conducta y mi manera de ser, me sentía dueño del mundo donde sólo mis chicharrones tronaban.”

Luego me contó, otra vez, que no sabía exactamente por qué, pero sin darse cuenta se había roto la comunicación con su madre, ¿era un proceso normal o era anormal? ¿a todos les pasaba o nada más a él? Esa distancia iba creciendo y le dolía, pero no podía superarla. Qué triste y doloroso, y no tenía origen en la señora porque ella sí le hablaba y le preguntaba cosas, mientras él se limitaba a las respuestas más cortas, elementales y superficiales. Sí, no, quién sabe, ajá, voy, no sé. Se sentía y se sabía grosero y pelado, pero no podía romper esa barrera de comunicación que era como una enorme laguna, un tanto sucia, que los separaba. ¿Dónde se generó exactamente? Quién sabe,  ya había borrado de su memoria todo origen, el caso es que ahora se sentía superior a su madre. El origen podía estar en la conducta de su padre, que se la pasaba botaneando a su mamá, bajita la tenaza, entre risa y risa. Quesque risa, era más bien humillación, la desvalorizaba, la trataba de inferior, se burlaban de ella que porque parecía apache, que porque era descendiente de indios, y entre broma y broma, ambos se acusaban de ser descendientes de indios, y el papá volteaba a ver a los hijos, y los niños, que no entendían exactamente qué pasaba, se reían de las bromas del papá y también le atizaban a la mamá supuestas bromas que por su estatura, por su nariz, por su origen, y esas bromas familiares fueron creciendo como una costra que se iba endureciendo, y en la que debajo de la supuesta risa, en realidad había una herida que no cuajaba, que no se secaba, que estaba permanentemente abierta. 

Ubicar el origen de estas situaciones requiere de observar detenida y profundamente la realidad, y aceptar que puede haber dolor, tristeza, remordimiento, culpa, pero que sólo el proceso de observar, de ubicar las heridas, es lo único que ayuda a sanar,  a borrar esas huellas nefastas. Solamente el camino de la conciencia, del perdón hacia sí mismo, del perdón a la supuestas o reales faltas de los demás, de pedir perdón a la vida o a Dios o a quien tú creas, es lo único que puede ir limpiando y sanando el alma, la mente, las emociones, sentimientos y el cuerpo. El problema es que si no te das cuenta, cuando creces te llevas esas conductas para aplicárselas ahora a tu nueva pareja, y el  ciclo se repite de nuevo al infinito.

Mi amigo Narciso me confiesa que no ha sido nada fácil para él, y que tampoco se libró de pronto, o por un milagro, o con magia. Me cuenta que ha sido un proceso con recaídas, errores continuos, falta de conciencia, maldad a propósito, sin embargo, ahí está, aferrado, queriendo salir adelante. Quiere dar el siguiente paso a una terapia presencial. Me dice: “Con el paso del tiempo, con los años, las situaciones exactas y las palabras  se me han ido borrando de la memoria, agréguenle a ello la condición de que quizá por una cuestión hasta de autodefensa, uno va ocultando y enterrando esos recuerdos en lo más profundo del inconsciente, y se va generando una mentira que uno mismo se cree, y así se va conformando una memoria falsa de los hechos, ya adoquinados, bonitos, bien plastificados, que permiten vivir tranquilamente. o supuestamente con más calma. Pero esos hechos están ahí, y se manifiestan de una u otra forma y el círculo se cierra, la serpiente se muerde la cola porque ya no te das ni cuenta de que el origen de ciertas conductas obedece a recuerdos negados, sin perdón, que se están pudriendo en tu interior porque los has enterrado, pero las huellas y las heridas no se pueden tapar con un dedo, están ahí. Y de eventos sutiles, alegres, sanos, pueden surgir eventos agresivos, enmascarados o abiertamente violentos. La cultura machista está encarnada a grados que ya ni nos damos cuenta, y camina de la mano con otros aspectos y emociones -o pecados, dirían otros-, como la soberbia, el orgullo, la presunción, los complejos de inferioridad, los de superioridad, narcisismo, la falta de autoestima, la falta de quererse a sí mismo, de conocerse. Todo esto  se gesta de manera soterrada, discreta, “normal”,  en lo diario, en lo cotidiano”.

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

16 de noviembre del 2023

https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/narciso-ii-11036506.html


 

sábado, 18 de noviembre de 2023

 Narciso  I

El narcisista cree que todos le deben y como cree ser el centro del universo nadie puede interrumpirlo en sus sacrosantas actividades. Si alguien le pide un favor se molesta, está lleno de amargura. Uno se pregunta ¿qué le cuesta ayudar a alguien a lo más mínimo, por ejemplo, a pagar una estufa, ya que vas de paso?, ¿o  pasarle la cubeta a alguien que necesita agua?, ¿o  traer la escoba que se quedó allá afuera? Cualquier cosa, nimiedades, pero todo le molesta porque lo saca de su súper yo, de su zona de confort, o simplemente porque no se le da la gana ayudar a nadie. Le causa molestia que le pidan un favor, llegando incluso al enfado en diferentes grados. Cuando uno tiene una conducta de ese tipo habría que revisarla bien, observarse a uno mismo con atención, para determinar a qué grado de narcisismo obedece, y en esa medida poder enfrentar la situación y sanar. Claro, en todo esto hay que practicar una visión muy atenta y crítica para no engañarse, porque hay veces que uno anda verdaderamente ocupado, concentrado en algo, y es muy molesto que alguien te distraiga, te perturbe y se te vaya la idea. Hay que observar cada caso con atención ya que la acción narcisista se repite como una manera de ser ante cualquier petición de un favor que le molesta.

Me comenta un narcisista confeso: “Siempre he querido, según yo, vivir un paso adelante, siempre acelerado. Esto tiene que ver con el tema de la prisa, pero también con el narcisismo, porque implica una necesidad de reconocimiento para que digan “mira, ya llegó, es bien chingón”.  El que es verdaderamente chingón no necesita ni mencionarlo, se nota solito, no necesita empujar a nadie, al contrario, aporta, pero Narciso necesita reconocimiento porque no lo tuvo de niño. Este reconocimiento es muy necesario en una cierta etapa de la formación del ego en la primera y segunda infancia, después, hay que cuestionar al ego, superarlo, teniéndolo bajo dominio total. Creer que vas un paso adelante también se da porque crees que eres muy fregón, pero puede que en realidad estés muy atrasado y ni cuenta te des. En realidad, el narcisista se pierde mucho del camino y deja de aprender un montón de cosas que son fundamentales porque su egolatría le impide aceptar que no sabe, que otros le pueden enseñar y no es capaz de reconocerlo con humildad,  de aceptarlo, agradecerlo. Luego se tiene que tragar sus palabras, se carcome a él mismo. Cree que va un paso adelantado y no goza del momento, no tiene la conciencia plena del instante y se le escapan los momentos como arena entre las manos; los recuerdos lo abandonan, las vivencias no lo enriquecen y no se puede alimentar del manantial inmenso de la vida. No se da cuenta, y cuando se da cuenta se hace pato, no lo puede aceptar,  y así pasan los años perdiendo y perdiendo oportunidades de aprendizaje, oportunidades de amistad, de amor, de paz, y, dependiendo el grado de la herida, de ese tamaño será el resultado y el fracaso.

Se necesita en verdad una extraordinaria fuerza y conciencia para superar esta condición. Sin duda, las herramientas son la humildad, el reconocimiento agradecido del otro, el perdón, la compasión y el amor más allá de meras palabritas,  sino más bien como prácticas muy concretas, a las que hay que observar con mucha atención y volverse un verdadero acechador de sí mismo a cada instante, porque las conductas narcisista están solapadas y escondidas en cada situación, en cada momento, en cada palabra, en cada mirada y en cada acto. Y  no es cuestión de darse cuenta una vez y ya la hice para siempre, es un trabajo permanente, crítico, amoroso, el que debe desarrollarse a cada instante consigo mismo, con mucha paciencia, con muchas ganas de sanar, de vivir a profundidad, de darse cuenta del poderío inmenso del amor. Tomar esta actitud es oxígeno puro para la vida, para el alma, para el ser, para el espíritu. Es oxígeno puro, respíralo muy profundamente, conéctate con la inteligencia que mueve todo e irás sintiendo su poder en  diferentes formas y magnitudes. Agradece profundamente ese momento.

Y dentro de la necesaria reflexión acerca de su vida Narciso también me contó que le fueron cayendo los veintes poco a poco, uno a uno, y se la tomaba con calma porque quizá así debería ser el proceso. Por ejemplo, y dolorosamente, se dio cuenta que se sentía muy superior a su madre, pero no a su padre que era más gandalla, más autoritario, con más cultura general. Su padre agandallaba a  su madre, típico de la sociedad patriarcal. Seguramente se sentía superior y le trasminó esa actitud a sus hijos. Junto a su padre Narciso se sentía intimidado, pero junto a su madre se sentía superior, cada quien se agarra a su puerquito, o cuando menos lo intenta. Su madre no había estudiado más que la primaria,  sin embargo, se había rifado todo el tiempo por ellos trabajando siempre, en casa y afuera, es decir la clásica doble jornada. Pero Narciso no se daba cuenta de nada ni lo agradecía, no sentía empatía, ni siquiera recordaba  hechos, ni un detalle que le aclarara porqué su mamá le dijo tantas veces: “Ah, me crees muy tontita, pero no tengo un pelo de tonta”. A Narciso no le importaba nada. Su mamá era inferior y punto, a tal grado que apenas le hablaba, lo desesperaba mucho porque consideraba que ella no entendía nada,  que era lenta, que le faltaba callo en el mundo, y que él, siendo un chamaco, tenía más callo en la vida. Y es probable que en algunas cosas sí, pero en otras no.

La formación del ego es necesaria, fundamental, es con lo que se abre  cancha en el mundo, necesitas un asentamiento sólido, saberte un yo existente, pero hay que tener mucho cuidado de no rebasar la delicada línea que separa el necesario ego y el principio del narcisismo y la soberbia,  de cuando ya te sientes superior a todos, de cuando ya los pendejeas y te la pasas criticando y juzgando porque indiscutiblemente te sientes el mejor, el más buenote, el más guapo, el más inteligente, moralmente superior.  Y ahí  ya vas por mal camino, porque a cabrón, cabrón y medio.

 

 

Alfonso Franco Tiscareño

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

8 de noviembre del 2023

https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/narciso-i-11004241.html

viernes, 10 de noviembre de 2023

 La sonrisa de mi niña

                                para Ofanim

 

La sonrisa de mi niña es manantial

fuego en el cielo

ternura inaudita

un trozo del universo frente a mí. 

 

 

La sonrisa de mi niña es luz

es la esperanza renacida

una llama encendida

la Palabra de Dios encarnada.

 

 

Dios, dame vida para gozar su sonrisa

para deleitarme en ella

para aprender y suavizar mis entrañas

para volver a sonreír con pureza otra vez.

 

La sonrisa de mi niña es la entrega diáfana

de la primera vez, sin cuentos ni intrigas,

es un diapasón de medida perfecta

es también una loba cobijando a sus críos.  

 

La sonrisa de mi niña es aire fresco en la noche de los tiempos,

es el Espíritu Santo en el Jordán

es el bálsamo suave que me untaba mi madre

es flor en la montaña, lirio en el pantano, rosal en el desierto.

 

Contágiame tu sonrisa

recuérdame qué es ser humano.

Bendito sea el momento en que fuiste concebida

y bendito sea el fruto de tu ser: tu sonrisa.

  

 

 

 

Alfonso Franco Tiscareño 

Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

25 octubre 2023

https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/la-sonrisa-de-mi-nina-10974115.html

 

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