Sí, el amor siempre está en el aire. Es tan frágil, hay que
cuidarlo tanto, alimentarlo. Es una construcción, un aprendizaje. Toda esa
capacidad está ahí, adentro de nuestro corazón, pero las semillas deben hacerse
crecer. Al principio cantas solo, y es bueno, porque al primero que debes amar
es a ti mismo, pero luego, cuando menos para la mayoría, ya no basta con eso. Requerimos
del otro para la realización completa de nuestro ser. Y buscas, volteas,
olfateas, te asomas, vas a fiestas, caminas por mercados, por pasillos oscuros,
por túneles mugrosos, por grandes avenidas, por todos los lugares
inimaginables. Vas dejando huellas para que el otro te encuentre, vas marcando
el camino lleno de esperanza y de ilusiones. Trabajando, porque el amor se
trabaja, se gana. El verdadero, digo. A veces como un loco. La falta de
experiencia. Cargando tu carretilla por la vida vas. ¿Qué cargas en ella? ¿Qué
traes? ¿Amistad, cariño, música, libros, viajes, solidaridad, una bolsa de
besos, un montón de abrazos, kilos de placer, mucha risa, alegría? Ven , vamos,
niña, échame una mano que vamos a construir nuestro nido de amor, el que soñamos,
del que platicamos mientras columpiábamos las piernas subidos a aquella gran montaña
en una tarde llena de nubes y recuerdos. Tráete tu bagaje, no me importa, es inevitable.
Yo vendré con el mío. Ven, que aquí te espero. Sé que las fuerzas se mueven más
allá de mis ojos, sé que estás en camino, sé que mis plegarias ya han sido
escuchadas, adivino tu precioso andar.
Sin que me dé ni cuenta tú ya estás caminando hacia mí, ven, que
aquí te espero, tengo un mundo de amor para colocar a tus pies, mi reina. Casi
te adivino, menuda, con una voz preciosa, melodiosa, un talle apretado, unas
piernas potentes. Tu cabello volando al viento, tus ojos grandes y brillantes.
Tus dientes de marfil, tus labios pintados de granada. Tus besos suaves y
húmedos, tiernos, subyugantes. Ven, sé que eres real, que no estoy soñando, que
eres un regalo de Dios para mí. Quiero estar a esa altura.
Y qué honor más grande, tú preguntas por mí, comienzas a
buscarme, te he interesado. Qué emoción. Esa ropa te hace ver todavía más
hermosa, ese perfume con aroma de flores frescas, tu cuello delicado. Y tus
caderas, alforja de la vida donde guardo mis sueños más grandiosos. ¡Escucha mi
canto porque es para ti! ¡Oye mi voz acompañada de los coros divinos! ¡Te amo! ¡Mi
mano está extendida y sé que pronto será completada en una dualidad que crezca
hasta que se vuelva una! ¡Ven! Llegas
con protección, yo comprendo, quizá has sido herida en el camino. Ven, no
tengas miedo, mis errores no serán obstáculo, los corregiré. Ahh, ya escucho
tus pasos. Qué honra que una mujer como tú venga a mi vida. La voz anuncia tu
llegada, hermosa voz. Tú no saliste de una costilla, tú naciste un piso arriba
de mí, en una luna. Caminaré sobre la viga de acero más peligrosa que vuele en
el aire para llegar a ti, para merecerte. ¡Ay, el olor de tu piel es tan
inmaculado! ¡Tus pies tan suaves! Sí, sí, ya no eres una interrogante, ya casi
te tengo frente a mí. Qué hermosura de mujer, eres real. Caminas con tanta
gracia, tus movimientos son tan femeninos. Vas conquistando mundos, guapa.
Tiraré todo mi pasado ante la rotunda presencia de tus besos. Tócame por favor
con esas manos suaves, pásalas sobre mi cuerpo adolorido, tócame, por favor.
Escucho voces a lo lejos, a los lados, pero soy, por el
momento, un sordo enamorado. Tan sólo escucharé los latidos rotundos del amor
en su tum, tum, sagrado. No estoy para nadie. Tu sonrisa es todo, qué cara tan
hermosa. Miras directo a los ojos, no te andas con ambages. A paso gallina,
gallo, nos vamos acercando. ¡Dios existe! Tengo hambre de ti. Ven, vamos a amarnos.
Desnudemos nuestras almas. Dios, qué mujer. Nuestro camino es viejo, las nubes
blancas. Amémonos.