miércoles, 29 de enero de 2020

Jackson Pollock, pintor

Jackson Pollock, pintor


Como si los brazos no fueran de él,
colgando de su tronco, hipnotizados,
la vista perdida -para nosotros-, 
pero mirando la revelación dentro de sí. 

El lienzo enorme por delante, blanco, blanco,
y el abismo del ser más grande aún,
la sombra en proyección, el contraluz.
Del vacío infinito brota todo. 

De pronto aquellos brazos comienzan a moverse,
las manos toman vida propia
y el maná adquiere aliento en forma de colores,
lo abstracto danza sobre la tela agradecido.

Han nacido a la vida, brincan eufóricos,
chorros de color sin formas concretas,
explosión de metrallas inconscientes,
Mandelbrot y sus fractales revelados. 

La brota por todas partes,
el amanecer nos ha cogido pintando,
el plazo se ha cumplido y Peggy, la mecenas,
tendrá su cuadro en amarillos. 

La ventana quedará abierta para siempre,
el Mural, del 43, estará destinado a hacer historia,
ya nada será igual, estos pasos se dan
cada que un ángel baila. 



Alfonso Franco Tiscareño
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro
22 de enero del 2020https://www.diariodequeretaro.com.mx/cultura/jackson-pollock-pintor-4756928.html?fbclid=IwAR2sPIyMShWZGB2CR9pLTcA1mpoxIRyrmSRuLr8InINUdgFQ-VXDAy1-PL8

jueves, 23 de enero de 2020

Vengo a ver florecer los cerezos

Vengo a ver florecer los cerezos 

Vengo a ver florecer los cerezos,
 a tratar de entender los secretos que guardan
en el principio bioquímico sus flores.

Vengo a meditar profundamente
de dónde viene tu color,
en dónde se gestó tu semilla.

Vengo a que me acaricies con tus pétalos,
a que perfumes mi cuerpo
con tu aroma.

Vengo a asombrarme alegremente 
con la aparición de tus primeros 
brotes, augurio de las frutas

que alimentarán mi cuerpo, 
mi corazón 
y mis anhelos.

Vengo a los pies del árbol a 
comprender que tu raíz 
está en los cielos, en las estrellas.

Vengo a imaginar el sabor de tu fruto
hasta que tu sabiduría 
lo deposite entre mis manos.

Vengo a agradecer,
a rezar,
a celebrarte.

Árbol maestro, igual que tus
hermanos de todas las especies,
vengo a abrazarte y a quererte.






Alfonso Franco Tiscareño 
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 
15 de enero del 2020





miércoles, 15 de enero de 2020

Asimov, Yo robot, y la ética robótica

Asimov, Yo robot, y la ética robótica
La temática acerca de robots es muy atrayente. En su  diseño y creación se proyectan desde los sueños haraganes de hacer de ellos nuestros esclavos, hasta la idea de convertirlos en nuestras compañías amorosas, pasando además por un sinfín de posibilidades de utilización. Por ejemplo, en la antigua caricatura creada para la televisión por  William Hanna y Joseph Barbera, Los supersónicos (1962)aparece una sirvienta (así se les llamaba en esa época) llamada Robotina, una robot encargada de los deberes que nadie quería realizar. Los robots concebidos como sustitutos para realizar las tareas más deleznables o peligrosas que nadie quiere o  debe realizar. Entes sin vida y sin voluntad que puedan sustituirnos con eficacia y sin riesgos. Pero ¿qué sucedería si esos robots, como producto de un mejor acabado, tomaran conciencia y se rebelaran? Al desarrollar mejores robots éstos tendrían más desarrollada la inteligencia artificial para que así pudieran cumplir mejor con sus tareas, pero ¿también ese desarrollo implicaría que pudieran desarrollar una conciencia propia, pensamientos, sentimientos? Esos son los dilemas que plantea Isaac Asimov en su libro Yo, robot, y que son retomados en la película del mismo nombre dirigida por Alex Proyas (2004). 
Este 2 de enero del 2020 se cumplió el primer centenario del nacimiento del escritor de ciencia ficción Isaac Asimov, y es justo rememorarlo e invitar a la gente a redescubrirlo, conocerlo, releerlo. Sus aportes a la divulgación histórica y científica, y a la literatura, lo hacen digno de homenajes. Nació en Rusia cuando en este país apenas comenzaba la revolución comunista. Su familia, de origen judeo-ruso, se trasladó a los Estados Unidos cuando Isaac tenía tres años de edad. Comenzó a publicar relatos de ciencia ficción a los 19 años en revistas conocidas en aquel tiempo como pulps. En verdad es muy amplia la variedad de temas sobre los que Asimov escribió. En buenas librerías pueden encontrarse sus libros más populares, entre ellos Yo, robot. Debajo de la anécdota central de este libro - la de un policía que busca aclarar el aparente suicidio de un científico relevante en la creación de robots y de la que él sospecha asesinato-, se encuentran las grandes interrogantes del desarrollo de robots y la inteligencia artificial. Esos son los temas centrales de muchos de los libros de Isaac Asimov, como puede verse por ejemplo en la saga que escribió acerca de los robots. Tema al que si rascamos más a fondo nos lleva a la profunda reflexión a propósito de qué estamos haciendo con los conocimientos científicos, cómo influyen la realidad cotidiana y hacia a dónde nos están conduciendo. Y estos asuntos no competen sólo a los científicos, sino a la sociedad toda, a cada uno de nosotros. Es deber de la sociedad civil hacerse responsable y estar atenta de hacia dónde nos dirigen los descubrimientos científicos, en este caso, la robótica. 
Son muchos los temas que están implicados: ¿qué nos depara el futuro, sustituirán totalmente los robots a los trabajadores en las fábricas, en los servicios? ¿Qué pasará con el desempleo generado por esto? ¿Qué soluciones puede haber que sean justas para todos? ¿Cómo repercutirá, por ejemplo, en las guerras el desarrollo de armas robotizadas y con altos desarrollos de inteligencia artificial? ¿Está en peligro la vida en el planeta, la vida humana? Como puede verse son muchos los temas implicados respecto a la robótica. Cuestiones laborales, jurídicas, económicas, políticas, sociológicas, educativas, filosóficas, ideológicas, pero quizá, sobre todo, éticas. El libro de Asimov, Yo, robot, se asoma a todas ellas y nos deja tarea respecto a reflexionar acerca de sus implicaciones. 
Hasta este momento toda la ciencia ficción ha especulado acerca de la posibilidad de replicar el cerebro humano, y algunos se han proyectado hasta la posibilidad de que los robots tengan algo parecido al alma humana. Para el cofundador de Apple, Steve Wozniak, esto no es posible, dado que las máquinas aún no saben  “cómo se almacenan las memorias o las emociones, de dónde proviene la intuición.”  Pero los intentos por desarrollar robots sensibles, que pudieran replicar el cerebro humano no se detendrán, al contrario. Cada vez más científicos intentar alcanzar esa meta, y a veces pareciera que se acercan poco a poco. Por tanto, el debate a propósito de la relación entre ética y robótica es inaplazable, y cada día los países toman posiciones más definidas al respecto. Es un campo teórico y práctico que necesita regulación. No puede darse así como así. Es un campo minado dado qué hay muchos intereses de por medio, y muchos de sus desarrollos se mantienen en la más absoluta secrecía. Los desarrollos tecnológicos no son neutros, están relacionados íntimamente con el poder económico, político y militar. De ahí, la necesidad urgente de establecer códigos éticos que establezcan reglas claras para estos desarrollos. El respeto a la dignidad humana, la no utilización militar, la libertad, los asuntos de privacidad, están entre los temas a tratar. Isaac Asimov entrevió todos estos problemas y los plasmó, a la manera de ficciones en sus múltiples libros, entre ellos el de Yo, robot, en donde podemos encontrar todas esas inquietudes que la novela aborda. Robots que desarrollan la conciencia y se rebelan contra sus creadores, que se niegan a morir, que quieren adquirir poder, que desarrollan guerras. Proyecciones de la propia historia de la vida humana. Una humanidad que, a pesar de todos sus desarrollos de alta tecnología e inteligencia artificial, no ha sido capaz de establecer un mundo más justo y más solidario en donde no domine el crimen, la rapiña y el poder dictatorial. Un mundo contradictorio con grandes contrastes, que a veces pareciera que sólo fuera en blanco y negro, luces  y sombras que opacan todos los matices existentes. 
Esos son los ambientes a donde nos conduce Isaac Asimov en su literatura, y en donde podemos encontrar diversión y divulgación científica, reflexión ética y filosófica, y ciencia ficción de alta factura. El mejor homenaje que podemos hacer a este escritor en el centenario de su nacimiento es leerlo, disfrutarlo, interrogarlo y llevar más allá las pautas que no dio para imaginar los mundos posibles que vendrán. 




Alfonso Franco Tiscareño 
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 
8 de enero del 2020
https://www.diariodequeretaro.com.mx/local/barroco/asimov-yo-robot-y-la-etica-robotica-4695355.html

jueves, 9 de enero de 2020

Los libros de autoayuda.

Conozco gente que casi brama y despotrica contra los libros de autoayuda. Los consideran tontos, inútiles, simplones, etcétera. Afirman que no aportan nada, que hay que leer a verdaderos filósofos, a los grandes pensadores. Les he preguntado que a cuáles han leído, y trastabillando algunos me responden que … bueno … a Platón … a Aristóteles …y como cuál libro de ellos, les pregunto … bueno … los Diálogos … cuál Diálogo … me han dicho que en ese momento no se acuerdan exactamente... Si leyeran más a fondo o releyeran, suponiendo que eso fuera cierto, encontrarían que muchos de los conceptos planteados en los textos de los grandes filósofos y/o filosofías, se encuentran también, más o menos desarrollados, en los vituperados libros de autoayuda Hoy quiero citar, como ejemplo, el concepto de “acéptate tal como eres”, que se repite insistentemente en el libro Tú puedes sanar tu vida, de Louise L. Hay (Ed. Diana). Ella fue una importante escritora de libros de autoayuda. Para los que critican estos libros como huecos, incluso tontos, light, el concepto citado sería incluido en dicha adjetivación, pero en cambio, si lo encuentran en un texto filosófico, entonces lo exaltan y lo citan, con su fuente por supuesto, para que tenga más fuerza. Pues bien, el mismo concepto lo he encontrado en la filósofa tántrica en los comentarios al libro sagrado hindú, que tiene cinco mil años de antigüedad, el Vigyan Bhairav Tantra. Acerca de este libro, Osho comenta en El libro de los secretos, capítulo 2: “El tantra dice que te aceptes a ti mismo tal como eres. Es una aceptación profunda”. Exactamente el mismo concepto, pero si lo indica un libro de autoayuda es basura para muchos, o cuando menos no digno de importancia. En cambio, si la cita viene de un libro filosófico, entonces es digno de tomarse en cuenta y recomendarse. Y como este concepto apuntado aquí, he leído acerca de muchos otros que encuentro en ambas partes, libros de autoayuda y libros de filosofía, lo cual lleva a algunas conclusiones: a.) los humanos funcionamos en gran medida a partir de prejuicios, nos falta mucho aparato crítico para cuestionar infinidad de ideas falsas a partir de las cuales actuamos; b.) nos falta conocernos profundamente para ver de dónde viene lo que creemos. Nos falta conocer nuestra esencia, ir a lo fundamental en casi todos los temas y conceptos que nos construyen. Los libros de autoayuda pueden servir como un primer acercamiento a diversos temas de la filosofía. Cierto es que pueden existir diversas calidades entre estos textos, pero aún así, cualquiera puede servir como primer paso. El punto es precisamente el señalado, ir más y más a fondo en los temas abordados, pero sobre todo llevarlos a la práctica, ya que ahí está el campo fértil en donde se cosechan las flores, la práctica es la escuela del aprendizaje y la evolución. Hay que acercarse sin miedo y sin prejuicios a estos libros, verlos como una primera puerta. Claro, este paso no es necesario para todos, es sólo para el que guste, para el que lo necesite, cada quien tiene su propio nivel. Cuando el alumno está preparado -dice un refrán- aparece el Maestro. A cada uno según su momento. Otro de los temas recurrentes en los libros de autoayuda es el de conocerse a sí mismo. La autora de libros de autoayuda Lise Bourbeau insiste en sus libros en la importancia vital de conocerse y aceptarse. Es otro concepto que se emparenta con los grandes temas de la filosofía y sus autores, como por ejemplo Pitágoras, Sócrates, Platón. Para estos filósofos es una cuestión vital conocerse a sí mismo. Sócrates lo señala con una contundencia que nunca es suficiente. Pero aquí volvemos a lo mismo. Si lo señalan autores de libros de autoayuda, parecen, según algunos, ideas ilusas, guangas, bobaliconas. Ah, pero si citamos a los filósofos griegos, entonces sí son conceptos dignos de tomarse en cuenta. Muchos presumen de filosofías que no conocen ni nunca han leído más allá de alguna reseña, y sin embargo, se atreven a señalar como basura a los libros de autoayuda. Cualquier verdadero amante de la filosofía saben que ésta parte de las preguntas más elementales, más simples, de las que incluso parecen infantiles. No es necesario ser filósofo profesional para interesarse por la filosofía. Incluso, como ya lo señaló Antonio Gramsci existe la filosofía profesional y la filosofía de la gente común. En cierto sentido, todo ser humano es un filósofo en la medida que tiene una concepción, aunque sea mínima, respecto a los temas más importantes de la vida humana. ¿De dónde venimos, a dónde vamos, para qué vivimos, cuál es el origen de la vida? Dice Antonio Gramsci: “En su concepción, la filosofía como actividad humana y resultado de ella, encarna la cultura en sus expresiones económicas, políticas, jurídicas, éticas, estéticas, etc. y en los niveles cotidianos, psicológicos e ideológicos, integrados en una especial concepción del mundo que da cuenta de la existencia humana en su devenir progresivo en la historia. Por ello, explica Gramsci: " la filosofía de una época histórica no es, por consiguiente, otra cosa que la " historia" de dicha época (...) Historia y filosofía son indispensable, en ese sentido forman un bloque … Gramsci no niega el valor de la filosofía de los filósofos, lo que sí rechaza es que se eleve y estatuya como única filosofía, al margen de sus fuentes nutricias ( realidad, cultura, formas ideológicas) y los otros saberes producidos por las masas en sus diversas manifestaciones, que en última instancia, todos conforman la totalidad filosófica en forma de concepción del mundo.". Es necesario dejar atrás las poses y comprender que cada quien tiene su nivel, y que a nadie le hace mal amarse y conocerse cada día más a sí mismo, venga de donde venga la idea. Desde los niveles básicos que proporcionan los libros de autoayuda se puede ir escalando hasta el estudio, conocimiento y praxis de los grandes sistemas filosóficos. La luz de la sabiduría brilla y es para todos. Volveremos al tema.




 Alfonso Franco Tiscareño
 Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 31 de diciembre del 2019
https://www.diariodequeretaro.com.mx/local/barroco/los-libros-de-autoayuda-4670283.html

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