jueves, 27 de febrero de 2020

¿Por qué nos gusta tanto el cine? I

¿Por qué nos gusta tanto el cine?  I

¿Por qué nos gusta tanto el cine? Porque es uno de nuestro más grandes espejos. En las historias que nos cuenta se ven retratados nuestros sueños, ilusiones, esperanzas, miedos, fantasías, demonios, anhelos, bondades, es decir, todo el espectro de lo humano. Además de que el cine es como los sueños, la pantalla son los párpados en donde se proyectan nuestras películas. La  noche, la cámara oscura, la proyección, y el movimiento animado incitan a nuestros sentidos a entrar en acción. Todo gracias a la poderosa imaginación, esa arma secreta, motor de la historia humana. Las cosas primero se imaginan, después se concretan. En el cine primero se imagina, y su maravilloso reto consiste en convertir en realidad lo imaginado. Y al parecer no existen límites. Señala Patrick Harpur en El fuego secreto de los filósofos (Ed. Atalanta. 2ª ed. España 2006. P. 72): “En la Florencia renacentista, y nuevamente entre los románticos ingleses y alemanes tres siglos después, la imaginación fue exaltada no sólo como la facultad humana más importante, sino como el fundamento mismo de la realidad.” Nada más y nada menos, la facultad humana más importante. Y el cine de calidad brinda esas posibilidades de volar la imaginación. Para Albert Einstein “La imaginación es más importante que el conocimiento” (http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Feyerabend ). Un don que es necesario cuidar, alimentar y desarrollar en cada uno de nosotros. 

El cine es la posibilidad de empatar nuestro poder imaginativo con el de los grandes creadores que existen en el mundo, la única condición es acercarse a películas inteligentes, sensibles, que busquen lo mejor para el ser humano, que intenten mejorar sus condiciones de vida.

Aunque el cine no sea exactamente como la realidad, cosa que es imposible, es el género que siempre parte de la realidad y vuelve a ella, influenciándola, reinterpretándola, enriqueciéndola, cuestionándola. Su gran poder consiste en que es capaz de divertir, educar y alimentar nuestro imaginario, y esto, de algo o mucho, según el caso, influye de manera comprobable en nuestro mundo real. La cultura puede concretarse en una praxis muy concreta, una manera consciente y crítica para actuar en la vida, en lo cotidiano, en lo familiar, en lo social. El cine es un espacio supremo para fomentar la imaginación, se nutre de ella y la proyecta por todas las salas y casas del planeta. Y, como dice Mario Vargas Llosa “la imaginación es libre y nutre de ideas. Promueve una actitud crítica hacia la realidad. La ficción es un género subversivo.”  

En el cine tenemos una herramienta muy poderosa, y actualmente, con el desarrollo de las tecnologías de comunicación, tenemos la posibilidad de hacer cada uno nuestras propias películas. Que serán caseras, sí, pero con estudio, dedicación, cultura y talento, podemos crear obras interesantes que sean el principio de trabajos más desarrollados. Son infinidad los guionistas y directores de cine en el mundo los que han iniciado así. Las tecnologías actuales nos dan la posibilidad de ser creadores, no sólo consumidores, y ese es un paso muy importante para nuestro entorno social. Es más, es donde radica la posibilidad más interesante de realizar un cine de calidad lejos de los cartabones comerciales que reproducen los intereses creados que ya resultan bastante aburridos y repetitivos, siempre con barbies y kens que no saben actuar, cine controlado por mafias que son los hijos de los hijos de los hijos de las vacas sagradas, y que ofrecen al público obras fofas, sin chispa ni talento. Son la negación de las posibilidades cinematográficas que de manera negativa, cumplen con el postulado planteado en este texto, el cine es un reflejo de lo que somos, para bien o para mal, a nivel de producción o a nivel de consumo masivo. De ahí la necesidad permanente de ejercer la crítica y evaluar qué estamos produciendo, qué cine estamos viendo, porqué, con qué resultados, tanto individuales como sociales. No se puede ver cine como si nada, como si fuera una vacua diversión anodina. Todo lo que consumimos a nivel intelectual y emocional, tiene repercusiones en nuestras personas y en nuestros actos. 

El cine no es una herramienta neutra. Siempre hemos de preguntarnos quién produce, desde qué lugar social y con qué intenciones. El cine ha sido herramienta artística, de desarrollo del ser humano, pero también se ha utilizado para enajenar, adoctrinar y manipular a las masas. Ejemplos los tenemos en todos los sistemas sociales, tanto capitalistas como comunistas. 

Pero el cine puede ser también , dependiendo de su calidad y objetivos, un motivo de unión y comprensión entre los seres humanos. Nos puede ayudar a entender a los demás, a los otros, a los distintos. El cine documental es una gran muestra de ello. Y, en la medida que se desarrolle la empatía, las diferentes sociedades y distintas culturas pueden comprenderse mejor,  ayudarse, pacificarse, cooperar. Esto ayuda a eliminar y disminuir las propuestas supremacistas  de cualquier orden.

El cine  no puede solucionar los problemas del mundo, pero sí puede cooperar al desarrollo de la conciencia y la solidaridad entre los distintos pueblos de la  Tierra.  Vernos reflejados en la pantalla cinematográfica y ver a otros ahí, ayuda a comprender muchos temas, culturas  y lugares que sin el cine no veríamos jamás. 

Y, si bien es cierto que el cine es una alteración de la realidad porque las cámaras no se manejan solas y siempre obedecen a un punto de vista, a una ideología o a una posición política asumida o inconsciente, también es cierto que dependiendo de qué y para quién esté interpretando la realidad, así será la calidad del producto consumido y su influencia. La recepción de un mensaje depende de muchos factores, es un fenómeno complejo que no sólo depende del emisor, sino de la relación dialéctica emisor-receptor y de la interacción de sus respectivos contextos.






Alfonso Franco Tiscareño 
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 

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