domingo, 21 de junio de 2020

La sonrisa de mi hijo


                             A mi familia


Hoy recuerdo con alegría y nostalgia tu poderosa sonrisa, qué hermosa era, cuánta fuerza y belleza poseía. Tu rostro cambiaba totalmente cuando sonreías. Así de magnánima es la alegría auténtica que ilumina la vida. Te daba mucha personalidad y una presencia única que disfruté en silencio. Nunca te dije esto porque uno nunca piensa en lo que pueda pasar. El momento que se vive es tan rotundo, que lo creemos eterno, peo lo único real es que todo es fugaz, así que es mejor expresar lo que sientes a tiempo, en su momento, no te quedes callado, no importa lo que suceda después porque tú ya tatuaste la realidad con tus palabras. Pero bueno, hijo, ahora te mando este mensaje desde aquí, desde esta dimensión en la tierra. No sé si exista algo más, pero si no lo hubiera aviento este mensaje  al aire para que como semilla florezca en algún corazón. Siembro a los cuatro vientos, invoco al poder de las tempestades, saludo a los ángeles de la luz, del fuego, del aire, del agua, de la tierra y del éter. Trastocó dimensiones para intentar hacerte llegar este mensaje que no te dije a tiempo: hijo, que hermosa sonrisa tenías,  qué bien me hacía contemplarla, que paz me daba porque significaba que te sentías bien, que estabas contento. Cuánta fuerza tiene cada acto que realizamos en la vida, pero que muchas veces, en el preciso instante, no somos conscientes de ello. Sólo el tiempo y la distancia nos dan la conciencia del valor y enorme peso de cada acto. Incluso, con el paso de los meses y los años, los actos devienen más claros, pero a veces, ya no se puedenagradecer o mencionar. Ahora mi bendición será decirle a otros que no duden en decir lo que sienten,  para que no carguen después con esa losa de lo no dicho, y así lavaré mis pesares manifestándole a todos los que encuentre qué es lo que me emociona, qué me gusta de cada quien, qué les  celebro,  sin  ambages, sin tacañerías. Esa es la enseñanza dolorosa, pero reivindicante,  que me deja el recordar tu hermosa y poderosa sonrisa, hijo, Kaixi.
Y aún así, sabiendo todo esto, habiéndolo vivido y sufrido en carne propia, vuelvo a caer  muchas veces en el mismo error, y  soy incapaz de expresar ese cariño, ese efecto, esas cualidades que veo en otras personas.  Y  tengo conciencia de cuánto me he endurecido y de que esa actitud puede convertirse en un daño físico, porque como se dice en la medicina tradicional: el principio de la enfermedad está en la mente, en lo que nos atormenta, en los rencores que se guardan, en los corajes entripados, en los resentimientos que carcomen, en los miedos que corroen, en la envidia. en la tristeza, en las culpas. Durante esos estados de desazón del alma se sueltan sustancias  que dañan la sangre, los órganos, los nervios y el cuerpo entero. Se requiere un trabajo permanente para intentar ablandar nuestra persona, para ser más amorosos, porque es verdad que todo lo que necesitamos es amor. Éste te hace flexible y te lleva al perdón, la comprensión, la compasión, a la salud mental y emocional y por ende a la salud corporal. Requerimos expresar gratitud, amor y compasión por los demás, reconocerles sus valores.                                               
Caramba, si tenemos la maravillosa herramienta de lenguaje producto de la evolución humana cómo es que no podemos decir lo que queremos, cómo es que lo callamos. El lenguaje humano surgió desde el aparente caos y dada la necesidad cada vez más apremiante de sobrevivir. Primero las señales, los signos, la onomatopeya, los gritos, las interjecciones, los gestos. Todos ellos son el origen del lenguaje, no hubo una planeación previa, todo fue sobre la marcha, y sobre la marcha se fue enriqueciendo, corrigiendo, modificando. Fue la respuesta espontánea al reto de vivir. Por todo ello,  como señalaban los sabios toltecas, nuestras palabras deben ser impecables, O como decía el gran Maestro: de la abundancia del corazón habla la boca. Nuestro lenguaje nos une a todo el mundo, a todos los seres, y hay que expresar esa conciencia con toda la fuerza posible.          
Nuestras palabras son sagradas porque, lo queramos o no, nos portemos como nos portemos, estamos conectados a la gran Red, al  Anima Mundi, que  “Es lo que anima la naturaleza de todas las cosas como la misma alma anima al ser humano.
<Por tanto, es de resaltar que: este mundo es, de hecho, un ser viviente dotado con alma e inteligencia [...] una entidad única y tangible que contiene, a su vez, a todos los seres vivientes del universo, los cuales por naturaleza propia están todos interconectados.>
Platón, Timeo 29, 30
La idea se originó con Platón y también está presente en doctrinas orientales como el Brahman (Dios) y el atman (alma) en el hinduismo. Consecuentemente los estoicos creían que era la única fuerza vital presente en el universo.
Similares conceptos fueron sostenidos por filósofos tales como Paracelso (1493-1541), Baruch Spinoza (1632-1677), Gottfried Leibniz (1646-1716) y Friedrich Schelling (1775-1854).
Desde los años sesenta ha sido recobrada por defensores de la hipótesis de Gaia (que considera que la Tierra es un ser vivo), tal como James Lovelock.”
Podemos hablar con el poder creador porque somos parte de ese todo interconectado, y lo que hagamos, digamos, o pensemos pertenece a esa gran Red. Así que puedes hablar sin miedo, sabiendo que la vida te escucha. No te guardes los sentimientos, dile a tu gente que la amas, no sea que te quedes con todo eso atorado. Somos parte del todo interconectado. Saberlo debe llevarnos a asumir la responsabilidad de nuestros pensamientos, palabras y actos, porque todos repercutirán en el el mundo de una u otra manera, para dolernos o para florecer.  Expresa tu cariño, pues nadie sabe si habrá un mañana.



Alfonso Franco Tiscareño 
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro 
10 de junio del 2020

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