Rabbits, de David Lynch. Una metáfora sobre el vacío
Para Tatiana del Río
En un ambiente como de
estudio de televisión o foro teatral se encuentran tres
conejos -un macho y dos hembras-, de nombres Jack, Suzie, ataviada con un
vestido, y Jane, que trae puesta una bata de baño. Con risas ambientales como
en una sitcom (acrónimo
de situation comedy), pero con diálogos
inconexos, los conejos -igual que
muchos seres humanos-, hablan en el vacío, sin respuestas, cada uno en su soliloquio. Otra vez David Lynch
parte desde el absurdo, lo onírico, lo no asociativo, con metáforas de ciertas
realidades del mundo humano, pero que tienen origen en el inconsciente, en lo más
profundo del alma, ahí donde habitan los arquetipos, los sueños y las pesadillas.
Rabbits
es
de esas obras que ameritan un análisis freudiano, y que buscan abrirle las
puertas al inconsciente, o penetrar en él para ventilar sus contenidos. Se
trata de la relación entre el consciente y el inconsciente. Trabajos como el de
Lynch sacan a la luz esos nexos, no es fácil, no lo hace explícito, quién sabe
si incluso esa sea su intención.
Rabbits
tiene
todo el corte de un sueño, o pesadilla. Y así como en los sueños, aquí se pasa
de una situación a otra, sin necesariamente estar conectadas. Tampoco las
palabras obedecen a un discurso lineal. Cuando los conejos de Lynch
aparentemente hablan entre ellos tratan temas sin ligazón, estamos en un sueño
que une y confronta dos esferas de la psique.
¿Qué buscaría o qué
lograría con esto, Lynch? Quizá llegar a lo que Carl Jung, otro psicoanalista
importante, llamó individuación, es decir, hacer
consciente lo inconsciente para así llegar a conformar un humano íntegro, aquel
que ha logrado realizar una síntesis de sus estados psíquicos, lo cual que se reflejaría
en su accionar en el mundo. Define Carl Jung en su libro Tipos Psicológicos que la individuación
es “el proceso por el que se constituye y
singulariza el individuo, y en particular el proceso por el que se desarrolla
el individuo psicológico como una entidad diferente de lo general, de la
psicología colectiva”.
El punto es clave porque muchos autores consideran al inconsciente como
el lugar de donde pueden brotar las ideas más originales y sorprendentes. ¿Será
que Lynch intenta despertar el inconsciente, traerlo a la luz? Cuántos
artistas, inventores y creadores han encontrado en los sueños -terreno del
inconsciente-, respuestas a sus búsquedas e inquietudes. Baste con citar algunos
casos: la máquina de
coser, la tabla periódica, la estructura
de átomo, la insulina y el algoritmo de Google fueron concebidos en sueños. Se
afirma también que una canción de culto como California dreamin’, vino al compositor John Phillips en un sueño.
El inconsciente nos puede revelar mucho más de lo que creemos. Es el caso
de Larry Page, fundador
de Google, que “Durante un discurso de graduación pronunciado en 2009 en la
Universidad de Michigan … recordó y
subrayó la importancia de haber apuntado su sueño y utilizado dicho material extraído de
su subconsciente para generar hoy su popular algoritmo, responsable de alimentar el motor de
búsqueda de Google. “Cuando aparece un gran sueño, atrápalo”, decía el
cofundador de la compañía de Mountain View.”
En la puesta en escena de Rabbits se escuchan aplausos y risas
que coinciden con la aparición de los conejos en determinado momento o en
algunos de sus diálogos, si es que se les puede llamar así. Y como en algún
programa de televisión malo uno se pregunta porqué entraron esas risas o esos aplausos
en un momento en el que uno siente que no van bien, o no quedan o suenan exagerados,
fuera de lugar.
Ah, y esas voces pesadillescas donde la voz se atora, se deforma y sale
con dificultad. El plano cinematográfico es el mismo siempre, un long shot
que mantiene en lejanía permanente al espectador. No te puedes acercar, no hay intimidad,
no hay close ups, ni siquiera full shots. No hay forma de ver expresiones,
mucho menos tomas de detalle. Esa incapacidad de acercarse tiene un impacto psicológico
en el espectador, y forma parte de la extraña desesperación que produce la
película.
También saltan a la vista las influencias de los recursos teatrales: la
escena en un plano único, el desplazamiento de los personajes, el manejo del timing
cuando aparecen a cuadro los conejos para recibir los aplausos de un público mecánico
y grabado. Encontramos recursos operísticos, como cuando la coneja Suzie, la
del vestido, “canta” una especie de aria y recibe los aplausos del respetable. A
pesar de todo lo absurdo de la trama, el diálogo más relevante se lleva a cabo
entre los personajes y el público artificial. Esta es una paradoja que resulta muy
interesante y digna de indagar.
Afuera llueve sin parar y se escucha algo parecido a el ulular de las sirenas
o del viento. La lluvia, por lo general, se asocia a estados melancólicos,
tristes, nostálgicos. Un estado de lluvia permanente crea un estado de ánimo decaído,
no se puede salir con comodidad, no hay sol, no hay calor, hay frío, humedad. Y
es de noche, lo cual agrava más el clima atmosférico, pero sobre todo el
psicológico.
El conejo macho también tiene un monólogo teatral, con un misterioso Om,
y palabras que señalan abismos interiores. Pero, ¿qué hay en la habitación de atrás
a donde solamente va la coneja Jane? ¿A qué sale al exterior el conejo Jack? ¿Son
del hombre del abrigo verde los pasos que se escuchan varias veces afuera? ¿Para
quién plancha la ropa Jane? ¿A quién le hablan? ¿Qué es esa especie de ojo de
fuego que aparece en la pared de atrás y que coincide cuando declaman sus
monólogos? No, estos no son los conejos carroñeros del cuento de Leonora
Carrington tituladoen lo que señala David
Lynch: hay un campo unificado que une todo. No olvidemos que antes que nada
Lynch es un hombre que ama la meditación y la considera prioridad en su vida.
¿Qué es lo que liga a estos diálogos aparentemente inconexos? Ya al final, cuando la puerta se abre sola en
medio de un grito espeluznante, no hay nada, no entra nadie, no pasa nada.
Quizá sólo fue el hombre del abrigo verde. O nada, simplemente la nada, la cual
es el origen de todo y el principio más antiguo de la posibilidad de
individuación, de realización … quizá.
Alfonso Franco Tiscareño
Para Vitral, en el suplemento Barroco. Diario de Querétaro
21 de abril del 2021
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