jueves, 28 de diciembre de 2017

Ya dame una buena Navidad


Ya dame una buena Navidad, me la merezco. Cierto, uno no debe depender de nadie, pero igual de cierto es que vivimos interrelacionados, influyéndonos, compartiendo la vida. Ya dame una buena Navidad. Ya estoy hasta el gorro, cada que se acercan estas fechas para mí es un suplicio más que una alegría. Todo es una mascarada de buenos deseos, pero todo es falso. Tu risa es falsa, tus palabras también, tus regalos. Cambiaría todo por un poco de paz y tranquilidad.
Pero es una ilusión  falsa, porque sé que ese día llegarás al caer la tarde, diciendo  “carajo, hasta el 24 tengo que trabajar”, y ya vendrás a medios chiles porque fue el brindis en la oficina, salieron temprano y de ahí te fuiste a la cantina a tomar una copas con tus amigos. Qué bien, pero qué mal. Ya me sé el numerito. Vendrás bien alegre, amable, incluso hasta un poco cariñoso. Pondrás unos cd's en el aparato y cantarás. Quizá luego me acompañes al super a comprar algunos detalles que faltaron para la cena, o algún detalle o regalito.

Ya en el camino empezará el primer reclamo o la primera discusión. Se me olvidarán las llaves de la casa, y ahí empezará la agresividad. Eres una pendeja, siempre es lo mismo, pues que no tienes memoria o estás tarada. Cuántas veces me has dicho así. Es tu deporte favorito.  Sí, es verdad, soy muy distraída. Sí, es verdad, debo corregirme. Si, es verdad, eso nos trae muchos problemas, pero ¿sólo por eso merezco ese trato? No, discúlpame, aquí hay mas fondo. Yo siento que tú me tienes como un coraje,  un reproche, un resentimiento, y es por eso que siempre me estás tratando mal. Siempre estás diciendo e imaginando cómo hubiera sido tu vida si te hubieras casado con Jacqueline y no conmigo. Exacto, que cómo hubiera sido tu vida con Jacquie, que Jacquie esto que Jacquie lo otro.
Vives un mundo ficticio, no tienes las patas puestas en la realidad. ¿Qué aún no te has dado cuenta de que vives conmigo? ¿De que tiene hijos conmigo? Estás lleno de frustración, de amargura. Eres un fracasado, y yo por tonta, he venido a soportar y a pagar por tu enorme amargura.  ¿Que crees que yo no tuve novios, amores , aventuras?  ¿Qué ganaría yo con estártelos embarrando y hablándote de la felicidad que pude haber vivido con otros? Pero no soy así, estoy aquí y ahora, contigo, con mis hijos. Este es mi presente.
Y ha de ser por eso que en tus infinitas briagas siempre estás jode y jode con lo mismo. Por eso te digo:¿ por qué no te largas y nos dejas en paz? ¿ Por qué no te vas a vivir la vida que deseas y nos dejas de estar jodiendo?  Y si decides quedarte ¿por qué no nos aceptas como somos y nos dedicamos a construir la vida lo mejor que podamos? Pero no, siempre con esas falsedades y esas conductas infernales. Por eso no quiero que llegue la navidad, porque sé que todo será falso, una engañifa, una puesta en escena, una mala representación teatral. 
¿Dónde quedó el espíritu navideño? Las tiendas y almacenes ya están desde septiembre promoviendo la navidad, y los dueños frotándose las manos con las ganancias que obtendrán. Mucha música de música de fondo, mucho villancico, uno tras otro reproducidos hasta el hartazgo, hasta la saciedad, hasta el embrutecimiento, hasta la insensibilización. Esas letras navideñas ya no significan nada para nadie, ya a nadie le importan. Por cierto, recuerdo también cuando hace un par de años, ya en pleno día de la navidad, reunidos con el resto de tu familia, les propuse que cantáramos unos villancicos, y qué dijeron tú y tus hermanos, se burlaron de mí. Lo menos que me dijeron fue fresa, boba, mocha. De fondo sonaban narco corridos que tus parientes cantaban alegremente. Canciones ofensivas donde las mujeres son viles objetos y abunda la apología de la violencia.  Así que mi propuesta era una confrontación, un reto, otra dimensión. No era posible que  personas embriagadas que cantaban puras cosas violentas aceptaran cantar simples y reveladoras canciones de amor y paz como los villancicos.
¿Te acuerdas o no te acuerdas? Entonces, ¿qué clase de Navidad quieres tú? Una donde el mensaje del nacimiento de  Cristo no importa para nada. “No seas estúpida”,  me has dicho burlándote. Mientras, yo acá en secreto les cuento a mis tres hijos la version que tengo de la navidad. Ellos, que aún son chicos, me escuchan quizá sin entender bien a bien de qué les estoy hablando exactamente.  Y luego van y ven el ejemplo que tu familia les da y quedan todos confundidos.  ¿Ya pensaste en eso? ¿Ya lo reflexionaste aunque sea un poco?
Por todo ello es que no me da alegría que llegue la navidad. Al menos como fiesta familiar. Sé que todo será briaga, pleitos , habladas, presunción. Sé perfectamente como será la escena, y no adivino, cada año se repite en forma aburrida e infame. Se escucharán risotadas falsas producto del exceso de alcohol,  habrá discusiones y pleitos con y entre cuñadas, llanto, gritos a media calle, persecuciones. Si la cosa se pone muy caliente, hasta golpes.  Y para todo el año que entra unos no se hablaban con otros, se echarán habladas, y se meterán el pie si pueden. Y ya acercándose la navidad siguiente, como que se hablarán, volverán a planear la nueva cena, quizá hasta medie alguna sonrisa entre  ellos.
 Y yo me pregunto, ¿para qué todo esto?  Esta cadena de sucesos que me resultan despreciables. Palabra que yo preferiría ser feliz quedándome en un cuarto, sola, con mis hijos, con un pollo rostizado, una lata de frijoles y un refresco de cola, pero felices, tranquilos, cantando un villancico, destapando regalos, arrullando al Niño Dios, abrazándonos con sinceridad y celebrando el nacimiento del niño Jesús y todo lo que ello significa.
Y no es que me conforme, a ti te consta. Cuántas veces te he pedido que hablemos calmados, y cuántas veces me has mandado a volar, diciéndome que tú no tienes nada de qué hablar. Cuántas veces te he dicho: mira Pedro,  tú tiene un problema de alcoholismo,  porqué no te atiendes,  porqué no vas a un grupo de alcohólicos anónimos, si quieres vamos, te acompaño. Y qué me has gritoneado: “tú no eres nadie para decirme eso, tú no eres nadie. Yo no soy alcohólico, borracho el teporocho que se queda tirado en la calle. Yo trabajo, yo produzco, en  cambio tú, qué aportas,  nada.”
Así que nadie puede acusarme de no haberlo intentado, y todo porque te quiero, o te quise. Ya no sé. La gente cambia, y hasta el amor más grande puede terminarse. Sólo he sido un objeto para ti. Cuando fui bonita era para que me presumieras. Cuando me fui haciendo grande, porque para ti tener 30 años ya es estar vieja, pase al olvido, a las burlas, a los ataques. Así que de qué Navidad me hablas, déjame en paz. Hoy no iré a tu casa, Sí, ya sé a lo que me expongo. Quizá hasta me pegues. Y sé también que no me la acabaré con las críticas de tu familia, pero no me importa, estoy decidida a pagar cualquier precio por un poco de paz para mí y para mis hijos.
Sólo te digo una cosa, que como todo esto ya lo tenía pensado porque ya estoy harta de ti, he dejado a tres de mis primos una copia de esta carta que te dejo sobre el buró de nuestra recámara. Ni modo, no me agrada que se enteren de tantas intimidades, pero de cualquier forma lo saben, lo intuyen, lo sospechan, lo han escuchado. Y saben que si me pasa cualquier cosa, el responsable eres tú. De todas formas, te deseo lo mejor, y yo sí, de corazón, te deseo una Feliz Navidad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

  Barbie ¿feminista?    II/ II El monólogo de la señora Gloria prosigue diciendo: “ Es literalmente imposible ser mujer. Eres muy hermosa y ...